Precisamente de las virtudes es de lo que más escribió este autor romano, nacido en la Córdoba de la provincia romana de Hispania (hacia el año 4 D.C.), que fue primero preceptor y después uno de los dos principales ministros del cuarto emperador romano, Nerón, el cual luego le condenó a muerte en el año 65 D.C. y esto si que está documentado. El sabio prefirió suicidarse cortándose las venas en una bañera de agua templada. Este pensador y político romano dejó perfectamente descritas qué era eso de Las virtudes. Y todo ello coetáneo del mismo Cristo, pues casi son quintos, (otros creen que nació un año antes que nuestro profeta-dios). Como vemos por las fechas, Séneca nació bastante antes que la Iglesia Católica, Él ya escribió claramente sobre el tema de las virtudes cuando las discusiones doctrinales de la nueva secta judía –los cristianos-, aun no habían nacido, y todos los hijos de Jacob (Israel) seguían el estricto viejo judaísmo de la Torá. Precisamente tienen ese nombre por provenir lingüísticamente de la palabra “vir vires” (hombre), que dio lugar a viril y virilidad, de ahí el término, “virtud”, que sería algo así como los buenos atributos mentales –hoy diríamos psicológicos- de un buen hombre. O de un hombre educado para el bien de la sociedad en la que vive y ha de defender. Las virtudes serían la buena disposición psicológica que con la formación y la práctica de las mismas se podía conseguir en un hombre adecuadamente educado para el bien de su familia y de su patria. Una vez alcanzase ese estado de disposición y conocimiento sería alguien que ejercitaría una buena conducta tanto consigo mismo, como con todos sus semejantes al ejercer labores publicas. Lo que haría La Escolástica -mas de mil cien años después- es con ese mismo nombre desarrollar lo que serían conocidas como las virtudes cristianas. Las que debería alcanzar y practicar un buen cristiano, las cuales dividieron en dos clases, las que aporta la teología, de ahí el nombre de, Teologales (solo las podía otorgar dios a quien el considerase merecedor, y nadie podía alcanzarlas por si mismo) Fe, Esperanza y Caridad. Y las viejas romanas de los estoicos, tan bien desarrolladas por Séneca, a las que denominó la escolástica, Cardinales, que eran aquellas que el hombre por si mismo, mediante la experiencia y el estudio podía –y debía- conseguir, Prudencia Justicia, Fortaleza y Templanza. Todo esto es el viejo lenguaje de los mitos, hoy, con la ciencia de la psicología, estudiamos el comportamiento humano, y comprobamos que tras una buena educación y experiencia, si hay personas dispuestas a convivir con los demás, a ser generosos y valientes, y a buscar la justicia en todo lo que hacen, sea privado o público. Todo ello producto de una buena formación y disposición práctica a alcanzar los mejores equilibrios para la convivencia ciudadana. Al que lo consiguiera le denominaríamos un hombre templado. A todo ello podemos llamarle como queramos, pero no es más que una buena disposición hacia los demás en los distintos conflictos de la vida, y que ese comportamiento siempre acarreará una mejor solución para todas las partes en conflicto y facilitará, enormemente, la convivencia en paz y libertad. Lo que ocurre es que quizá nos hemos cargado todo, y con el ánimo –quizá encomiable- de acabar con los viejos mitos y tradiciones supersticiosas, también hemos acabado con las buenas conductas que había detrás, aunque estuviese mal explicado. Con ello puede que también nos hallamos cargado el correcto comportamiento humano. Claro está que debemos cambiarle el nombre, y debemos explicarlo con conocimientos científicos sobre la psicología humana, pero el buen hacer al que los Estoicos romanos llamaban virtudes, es más necesario que nunca.
Se está haciendo imprescindible.
Vela, El club del conocimiento y La guerra de
los dioses.