OPINIÓN

El déficit público y los ‘brotes verdes’

Alberto Retana | Miércoles 23 de abril de 2014
Cuando a uno le duele la cabeza suele tomarse una pastilla para aliviarse. Cuando el dolor persiste lo normal es ir al médico y hacerse pruebas para conocer la situación real. Y cuando las cosas se van de las manos hay ocasiones en que sólo quedar rezar.

Ese, abundando en la terminología médica, podría ser el diagnóstico de la situación que vivimos en la actualidad. Nuestros regidores de las distintas administraciones comenzaron administrando analgésicos para los achaques menores; continuaron haciendo pruebas para profundizar en los males mayores y aplicaron medidas urgentes para salvar al paciente. La cosa parece que sigue empeorando y hay gente que sólo tiene como recurso levantar la vista al cielo.

Quizá no es tan caótica la situación como se describe más arriba pero hay que bajar a las trincheras de la calle para conocer de primera mano las perentorias necesidades de un gran porcentaje de la población que, sí, quizá vivió por encima de sus posibilidades en tiempos de burbuja inmobiliaria pero que ahora se muere de hambre sin saber qué le depara el futuro más inmediato. Nuestros mandatarios, me da igual el signo y el color político, siguen instalados bajo la cúpula del poder y no terminan, ni creo que terminen nunca, de saber qué le pasa a sus administrados. Es de aplaudir la rebaja del déficit público conseguido por la presidenta Cospedal en la región para situarlo en el 0,76%, según los datos del Ministerio de Hacienda.

Eso quiere decir que podrá iniciarse un proceso de crecimiento vital para algunas zonas concretas que necesitan actuaciones energéticas urgentes. Si no es así, es más probable que las gentes que viven, vivimos, en esos lugares deprimidos nos tengamos que encomendar a otras fuerzas extraterrenales para mirar adelante. Habla mucha gente de que se vislumbran los famosos ‘brotes verdes’ pero créanme si les digo que Santo Tomás era el mejor de los discípulos al no creer hasta no ver. Por lo pronto, Senoble ha vuelto al trabajo, Talavera es una de la ciudades que más autónomos ha perdido a nivel nacional en 2012 y las cifras del paro de este enero me dan miedo. Menos mal que esta semana nos quedará el consuelo de la bendición de San Antón, sobre todo para algunos.

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