Las condiciones de vida que ha dejado la pandemia han provocado que el estrés haya aumentado. Un efecto colateral de la pandemia, que no solo ha afectado al sistema inmune y al aspecto físico.
Antonio Cano, expresidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS), además de catedrático de Psicología en la Universidad Complutense de Madrid y psicólogo clínico ha advertido de este problema que ha ido en aumento.
“Ahora tenemos todos más estrés que antes. Por un lado, intentamos atender todas las demandas, mientras que por el otro nos encontramos más cansado, y cada vez más, y con múltiples reacciones emocionales, ansiedad de no llegar a las cosas, tristeza por las pérdidas, o enfado porque esto me va a perjudicar, por ejemplo”.
Sin embargo, ha querido lanzar un mensaje positivo y es que “podemos aprender a mejorarlo, todo esto en el fondo no hay que tratarlo como trastornos mentales, sino problemas de la vida que nos vienen mal dados, y que podemos aprender a mejorar con información”.
Según explica Cano, es un mecanismo adaptativo que permite “estirar nuestros recursos” para tratar de atender a todas las demandas. Pero no se puede estirar indefinidamente, lo que provoca reacciones emocionales como la ansiedad, la tristeza, la depresión, etc.
Es normal sentir estrés en una situación de pandemia, pero una situación que se extienda en el tiempo puede ser peligrosa: “cuando llevas mucho tiempo de estrés y con un nivel muy alto entonces aparecerán muchas reacciones emocionales y mucho cansancio por el esfuerzo realizado”.
El psicólogo explica que frente al estrés el cuerpo activa el eje del estrés, que está formado por una serie de estructuras en el sistema nervioso-endocrino, que van recorriendo el cuerpo.
No todo el mundo desarrolla la misma sintomatología frente al estrés, aunque Cano apunta a que “el estrés y las emociones están muy relacionados con las funciones vitales como puede ser comer, la sexualidad, las funciones ejecutivas para pensar y decidir, las funciones de movilidad, del sueño”.
Lo que sí ha recalcado es el hecho de pedir ayuda en caso de necesitarla, es algo fundamental para tratar de mejorar la situación. Precisamente él es el investigador principal del Proyecto PsicAP (Psicología en Atención Primaria), sobre la aplicación de terapias psicológicas en los servicios de Atención Primaria para el tratamiento de pacientes con trastornos emocionales que acuden a este nivel asistencial.
Los resultados del proyecto fueron publicados el año pasado en “Psychological Medicine” y según revela el experto: “en solo siete sesiones de terapia psicológica el 70% de los pacientes con síntomas de trastornos de ansiedad y depresión, pueden resolver sus problemas. Normalmente se les dan antidepresivos en la Atención Primaria pero según constata el trabajo, con este tratamiento solo remiten un 20% de los casos”.