OPINIÓN

La ‘guerra carlista’ de Velázquez, una bomba

Panel de la calle Corredera de Talavera en homenaje a los carlistas

CARTA DEL DIRECTOR

Escrita por el director de La Voz del Tajo, Alberto Retana

Alberto Retana | Sábado 12 de febrero de 2022

Los teóricamente unánimes apoyos que tuvo Carlos Velázquez para convertirse en el presidente de los ‘populares’ de la provincia de Toledo el pasado mes de julio parecen haberse convertido en problemas por su afán de imposición.

Esas cañas que parecían sostener el camino triunfante del exalcalde de Seseña se han vuelto lanzas en cuanto ha querido poner de manifiesto su liderazgo, que se basa –como era de esperar– en ‘ángeles caídos’ sin demasiada aceptación en el “aparato oficial” que preside Paco Núñez.

Esta patata caliente puede abrasar a más de uno si se sigue calentando en las calderas de Pedro Botero y nadie hace nada por dejar de avivar el fuego, porque lo cierto es que la consigna de ‘silencio absoluto’ parece ser la orden primera para que nada vuele por los aires.

Pero lo mejor queda por llegar. La actual ‘guerra carlista’ que protagoniza Velázquez (la segunda en su trayectoria tras el intento de asalto al sillón que dejó libre Cospedal) puede salirle lo suficientemente cara de aquí a las elecciones del 23.

Y es que la próxima designación de candidatos del PP a las alcaldías de ciudades y pueblos en Castilla-La Mancha puede teñirse tan de rojo como las gorras de los milicianos carlistas que se sublevaron en este bendito país llamado España para quitar del poder a la heredera de Fernando VII, Isabel II, merced a la Ley Sálica.

De hecho, su ánimo por hacerse valer a toda costa –como lo hiciera el aspirante al trono de España, el infante Carlos María Isidro en 1833– está empezando a dejar traslucir las enemistades subyacentes en el seno del PP de Toledo y, por ende, las viejas rencillas de su partido a nivel regional.

Y es que aún nada hay dicho respecto a los alcaldables que inscribirá el Partido Popular en las principales ciudades de la región, ni tampoco en los pueblos, así como nada está seguro sobre los apoyos (entiéndase las candidaturas que acompañarán a esas cabezas de lista) de cara a mayo de 2023.

Así las cosas, suena en los mentideros políticos que Carlos Velázquez puede ser el cartel que se pegue en las paredes de Toledo para enfrentarse a Milagros Tolón. De esa manera sería comprensible sus prisas por ocupar un espacio mediático erigiéndose como portavoz del PP en la Diputación pero también, como presidente de grupo, controlando los dineros del grupo y que se envían desde este organismo a los pueblos. De esta manera, se controlaría también la confección de las listas electorales de los municipios, algo que ahora se escapa entre los dedos de Velázquez y sus ‘enviados especiales’ al campo de batalla.

Ejemplos claros son los recelos que existen en la sede popular de la calle Greco en Talavera con un presidente del PP, Santiago Serrano, al que parece que se le prepara una salida digna sin opción a ser el candidato. Por otro lado, se apuntan los nombres del exconcejal José Luis Muelas –aunque con pocas opciones pese a ser de la confianza de Jaime Ramos, el ‘hombre de Velázquez’ en Talavera y en otros sitios– o Javier Gil, que dejaba la directiva de FEPEMTA recientemente y que también gozaría del apoyo de Ramos como posibilidad para intentar desbancar al más que probable ‘candidato oficialista’, el senador José Julián Gregorio. De él se sabe que no terminó con buen pie su andadura como presidente provincial cuando Velázquez se cruzó en su camino. Vamos, que la relación entre ambos es más que tensa.

Incluso, esas rencillas pudieron estar alimentadas por las gestiones del ‘brazo armado’ de Teo García Escudero en las provincias, el ahora archiconocido Alberto Casero, el exalcalde trujillano al que muchos apodan ‘seis dedos’ por su equívoco en la votación de la Reforma Laboral que tanto ha dado que hablar en las últimas semanas.

Ante esta radiografía, las espadas parecen ir levantándose en la provincia de Toledo merced al órdago de Velázquez, sin olvidar lo que puede ocurrir en Cuenca con Benjamín Prieto, al que no se le conocen demasiadas confianzas con Núñez, o en Guadalajara, con los caminos por libre y tensiones de cuerda que se dice que mantienen Ana Guarinos o Antonio Román, claves –sin duda– en el futuro que espera a las candidaturas que haya que confeccionar para las municipales y autonómicas de aquí a 15 meses. El sur de la región parece no tener tanta trifulca, Ciudad Real con Paco Cañizares y Albacete, patria chica del propio Núñez, andan en más calma chicha aunque nunca hay que fiarse.

Para acabar, volvamos por un momento a la Historia y fíjense en las similitudes de lo ocurrido hace casi 200 años por estas tierras cuando se sufrió esa guerra civil, primero, por la disputa del trono y, después, por un enfrentamiento entre principios políticos opuestos.

Fíjense las similitudes, que en pleno centro de Talavera se puede contemplar un panel de cerámica en homenaje a los carlistas que fueron auspiciados por un militante local, Manuel María González. Pasen a verla por la Corredera del Cristo, no tiene desperdicio.

Por ello, ¿no les suena de algo lo que está ocurriendo en la Diputación de Toledo con los intentos de quitar el poder a Manuel Fernández, el presidente del grupo popular en la institución, por parte de Velázquez ‘a la fuerza’ o ‘como sea’?

Seis años duró aquella primera guerra carlista en España, de 1833 a 1839, y todo porque el hermano del rey Fernando, fallecido, quería para sí el trono absolutista en detrimento de su sobrina Isabel II, que se apoyó junto con su madre en los liberales para hacer de España una monarquía parlamentaria.

Lo dicho, la ‘guerra carlista’ de Velázquez puede ser una bomba… y de racimo.

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