Esta semana pasada se aprobó la Reforma Laboral con el lío en las votaciones que, quién más o quién menos, ya sabemos.
No tengo muy claro si la Reforma es buena o mala.
Creo que, siendo bastante mejorable, plantea algún avance en derechos para la clase trabajadora y al mismo tiempo no disgusta a la patronal, así que no voy a entrar en su análisis. Prefiero esperar a comprobar sus efectos.
De lo que sí estoy seguro es de cómo ese esperpento en las votaciones, con una supuesta compra de voluntades contraviniendo los acuerdos entre partidos, ha eclipsado un auténtico ataque a las instituciones en forma de asalto a un Salón de Plenos de un ayuntamiento.
Me resulta increíble lo de puntillas que ha pasado este hecho por los principales medios de comunicación de nuestro país cuando el año pasado, por estas mismas fechas, desayunábamos, comíamos y cenábamos con el asalto al Capitolio y todas nos llevábamos las manos a la cabeza.
Y más alucinante me resulta comprobar los cambios de parecer con un tema tan sensible y que nos afecta a todos los pueblos de España como son las macrogranjas.
Aún recuerdo la movilización del pueblo de Gamonal, nuestro Gamonal no el de Burgos, que consiguió que todas las personas que formábamos parte de aquella corporación apoyásemos por unanimidad su lucha. No me quiero ni imaginar si en lugar de las gentes de Gamonal, presentes pacíficamente para reivindicar sus derechos en aquel Pleno de septiembre de 2017, se hubiesen presentado los energúmenos que obligaron a suspender el Pleno en Lorca el lunes pasado.
¿Por qué esta brutal agresión a la representación del pueblo no sigue siendo noticia en las primeras planas de todos los medios?
¿Por qué seguimos teniendo en nuestra memoria la imagen de un señor con atuendo de bisonte, pero no se nos repiten con la misma insistencia las imágenes de los asaltantes de Lorca?
¿Quizá porque todo esto sucede en Murcia?
Región gobernada por el PP salvando una moción de censura con un baile de voluntades similar al que casi da la vuelta a la aprobación de la Reforma Laboral.
Región donde un joven neonazi incendia la sede de Podemos en Cartagena, pero nadie les cree.
¿Recuerdan?
O tal vez porque el próximo día 13 de febrero son las elecciones en Castilla y León donde los mismos partidos que apoyaban las manifestaciones que acabaron en el asalto al ayuntamiento de Lorca (ahí están sus huellas en sus RRSS para comprobarlo) rechazan la instalación de macrogranjas y dicen apoyar a la España Vaciada para ganarse unos votitos.
Me resulta del todo repugnante ese doble discurso coincidente en el tiempo.
Todas las personas podemos variar nuestra opinión. Podemos pensar una cosa y cambiar de parecer con el paso del tiempo porque hemos reflexionado o porque nos han hecho ver que estábamos equivocadas. Eso es innato en la naturaleza humana y hasta puede mostrar madurez y evolución. Lo que no es normal es la falta de moralidad de esta gente.
En un sitio defienden el agua de nuestros ríos, del Tajo sin ir más lejos, mientras que en otro, Murcia otra vez, exigen continuar con el expolio para inundar cultivos a costa de perjudicar, no sólo al propio Tajo, sino también a su Mar Menor.
En un territorio calientan las cabezas con fake news para apoyar y luego condenar revueltas y en otros, elecciones mediante, dan ruedas de prensa en prados verdes rodeados de ganado para seguir confundiendo a personas de buena voluntad que creen que un ministro ha dicho algo que no ha dicho.
Miente, que algo queda. Reza el dicho.
Y esa es la política conservadora actual en nuestro país.
Frente a un gobierno de coalición que, en mi opinión de una manera mejorable, repito, intenta llegar a acuerdos para mejorar la vida de las personas a base del diálogo, nos encontramos con la posibilidad de un gobierno de derechas basado en la crispación y en la propagación de noticias falsas.
Eso es lo que puede pasar en Castilla y León la semana que viene si sus habitantes no lo remedian. Y me temo que eso es lo que nos puede pasar en nuestra región si García Page no reforma la Ley Electoral (como prometió) y pretende enfrentarse solo al binomio regresivo de la derecha española.