El estreñimiento es un tema que genera muchas dudas, precisamente porque se considera un asunto tabú y nos suele dar vergüenza hablar sobre ello, ya sea entre nosotros o con nuestro médico.
Sin embargo, el estreñimiento puede ser muy molesto y, en una importante proporción de los españoles, un problema crónico. A grandes rasgos, se define como una alteración por la cual vamos menos veces al baño de las necesarias. También suele implicar que nos cuesta demasiado esfuerzo.
Puede ser una alteración puntual, es decir, que nos ocurra en algún momento concreto y después desaparezca; o puede ser algo crónico. Según datos que aporta Dosfarma, la farmacia online española líder del mercado, uno de cada cinco españoles sufre estreñimiento crónico.
En primer lugar, es importante determinar cuándo aparece exactamente. ¿Cuántas veces hay que ir al baño a la semana?, ¿debemos ir todos los días? La respuesta a esta última pregunta es no. Se considera que no hay problemas si defecamos una vez cada tres días, es decir, entre dos y tres veces a la semana. Cuando las deposiciones se distancian más de esa cantidad, en función de cuánto tiempo dure, hablamos de estreñimiento pasajero o crónico.
Es el más habitual. Se produce por algún cambio en nuestra rutina diaria, como un viaje o un periodo de estrés. De esta forma, suele desaparecer cuando se vuelve a la vida normal y se marcha esa alteración de la rutina o cuando el organismo se acostumbra a la nueva situación. Si surge de repente y no desaparece al cabo de unas semanas, es recomendable acudir al médico.
Puede durar años y conviene tratarlo con el médico, quien regulará el tratamiento que se deba seguir. Es bastante frecuente (aunque menos que el pasajero), sobre todo entre las mujeres (especialmente las embarazadas) y las personas de más de 65 años.
Las personas que lo sufren, en la mayoría de los casos, es por algún problema en el intestino grueso, el ano o el recto, estos son los más frecuentes:
- El intestino grueso no se contrae adecuadamente, lo que implica que no hace los movimientos necesarios para que las heces avancen hacia el recto y se puedan expulsar.
- El recto no detecta la llegada de las heces y, por tanto, no se generan las ganas de defecar.
- El ano se contrae en vez de relajarse, algo que impide el paso de las heces. También puede ocurrir que no se haga la suficiente fuerza con los músculos del abdomen como para evacuar correctamente.
No obstante, también es posible que se deba a otras causas:
- Un déficit de fibra en la alimentación.
- La toma de algunos medicamentos. Puede ser un efecto secundario de alguna medicación, como la destinada a problemas circulatorios o los antidepresivos.
- Una enfermedad. Es habitual en personas con diabetes o con alteraciones de la tiroides.
Por lo general, el estreñimiento no tiene consecuencias graves para la salud, aunque sí que va unido a otras molestias, tanto si es pasajero como crónico:
- Dolor abdominal
- Hemorroides y fisuras
- Sensación de hinchazón constante
- Inflamación estomacal
- Pérdida de apetito
Tanto si es pasajero como crónico, hay algunas pautas indispensables para prevenir el estreñimiento o controlarlo en la medida de lo posible. Los expertos de DosFarma recopilan los consejos más útiles para mejorar nuestra salud intestinal.
La fibra es un nutriente presente en los alimentos de origen vegetal que el organismo no puede digerir. Pasa casi intacta al estómago y, de ahí, al intestino delgado y el colon hasta ser expulsada. Una de sus funciones principales es ablandar las heces y aumentarlas de tamaño, lo que consigue que sean más fáciles de eliminar. Asimismo, absorbe el agua, lo que resulta útil cuando son demasiado acuosas y sueltas.
Puede conseguirse incorporando frutas y verduras en todas las comidas y aprovechando los aperitivos para tomar alimentos ricos en ella, como frutos secos o verduras crudas. Igualmente, es útil comer frutas enteras y con piel y no en zumos. Algunos de los alimentos que más contienen son los productos integrales, los guisantes, las semillas de lino, el kiwi, los higos o las judías verdes.
Se recomienda ingerir entre 20 y 40 gramos de fibra al día en una dieta saludable. Por ejemplo, un kiwi mediano contiene más de 2,8 gramos, una pera mediana tiene más de 5 gramos, y una rebanada de pan de trigo integral nos aporta casi 2 gramos.
Si el organismo no tiene suficientes líquidos, las heces se endurecen y son más difíciles de expulsar. Por ello, es importante tomar agua con regularidad y no esperar a tener sed, hasta alcanzar los 2 litros al día, aproximadamente. Otra opción complementaria es beber infusiones que motiven la movilidad intestinal. Algunos ejemplos son el té verde y negro, el anís o las hojas de sen.
Los laxantes deben ser una solución puntual, pero no un hábito diario. Son útiles en los casos de estreñimiento pasajero, aunque su ingesta no debe prolongarse más de unos días. Y siempre hay que tener en cuenta que no es necesario ir al baño todos los días.
En los casos de que sea un problema crónico, será el médico quien paute la toma de estos medicamentos.
La actividad física favorece el movimiento intestinal. Caminar es uno de los ejercicios que mejor funcionan.
En ocasiones, no vamos al baño porque no sentimos la necesidad. Eso, con el paso del tiempo, llega a dificultar que el organismo tenga la sensación de que necesita hacerlo. Para crear el hábito, es recomendable ir al baño todos los días a la misma hora (por ejemplo, después del desayuno), aunque no se tengan ganas. Conforme pasen los días, el cerebro asociará ese momento con la señal de evacuar.
El estreñimiento implica no solo pocas deposiciones, sino también que cuestan mucho esfuerzo. La postura es importante en ese punto. Elevar un poco las rodillas (por ejemplo, apoyando los pies sobre un taburete pequeño) hará una mayor presión en el abdomen y facilitará el movimiento intestinal.