La familia talaverana Pino Fernández perdió allí tres de los cinco miembros que la integraban
Javier Fernández | Miércoles 23 de abril de 2014
Ya han pasado 25 años de la masacre que ETA perpetró contra la casa cuartel de Zaragoza el 11 de diciembre de 1987. El coche bomba que hizo estallar junto a la puerta principal se saldó con once muertos y ochenta heridos de diversa consideración. La familia Pino Fernández, con raíces en Talavera, perdió allí a tres de los cinco miembros que la integraban. En este atentado murió José Julián Pino Arriero, de 39 años y sargento de la Guardia Civil; María del Carmen Fernández Muñoz, ama de casa de 38 años y natural de Talavera; y la hija de ambos, Silvia Pino Fernández, de tan solo siete años. Sus otros dos hijos, Víctor y José María, que contaban con 11 y 13 años en ese momento, crecieron junto a su abuela y en el Colegio de Huérfanos de la Guardia Civil. Ambos siguieron los pasos de su progenitor y se convirtieron en miembros del Instituto Armado.
En diciembre del año 2010, la ciudad de Talavera les rindió un homenaje, compartido con José Ángel de Jesús Encinas -al que también ETA arrebató la vida en Sallent de Gállego (Huesca) en el año 2000, descubriendo una escultura en la rotonda donde confluyen la Avenida de la Constitución y la Avenida Juan Carlos I. La obra fue donada por el médico José Blas que representa la letra D de democracia amparada por una C de Constitución. José María Pino estuvo presente en el acto y realizó una ofrenda floral junto a la inscripción donde figura el nombre de sus padres y hermana.
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