La pandemia de la covid-19 provocó muchos cambios en los comportamientos de la sociedad, sin embargo, no frenó la movilidad laboral de los asalariados. Según la última estadística de la Agencia Tributaria Movilidad del Mercado de Trabajo en las Fuentes Tributarias, publicada este miércoles. Se trata de la cifra más alta desde que se elabora el análisis del organismo.
Los mayores flujos de entrada se dirigieron, como viene siendo habitual, hacia la Comunidad de Madrid y Cataluña. Pero otras tendencias, que llevaban tiempo repitiéndose un año tras otro, han quedado desdibujadas en un año tan atípico como ha sido 2020.
Las grandes ciudades y los polos industriales y turísticos suelen concentrar empresas y trabajadores, atraídos por las mayores oportunidades laborales. Es así que las comunidades con más dinamismo económico acaban por ser receptoras netas de asalariados, como vuelven a reflejar los datos de la Agencia Tributaria recién publicados.
Madrid, sede de las principales entidades públicas y de grandes multinacionales, es el claro ejemplo de ello. En 2020 volvió a ser la autonomía con más movilidad: al igual que en ejercicios anteriores, recibió el mayor número de empleados (más de 60.000) y también fue la comunidad con el mayor flujo de salidas (unos 57.000). La diferencia con las estadísticas precedentes es que el saldo resultante, aunque positivo en unos 2.500 asalariados, ha sido muy inferior a los años anteriores y ha permitido a Cataluña convertirse en el mayor receptor neto de trabajadores el año pasado (6.200 empleados), seguida por la Comunidad Valenciana (4.064).
En las regiones del interior y menos prósperas la tendencia es la opuesta. La España vacía volvió a perder asalariados en 2020, con Castilla y León y Extremadura a la cabeza. Estas dos comunidades, solo por detrás de Andalucía, registraron el peor saldo entre entradas y salidas, con la pérdida de más de 3.000 trabajadores cada una.
Castilla-La Mancha, que solía registrar entre los peores saldos, contuvo al contrario la pérdida de trabajadores en 2020. Es más: fueron más los empleados que hicieron las maletas y de Madrid se mudaron a Castilla-La Mancha que al revés, como ocurría sistemáticamente en los ejercicios previos.
En este cambio de tendencia ha seguramente influido la pandemia, con la implantación generalizada del teletrabajo en los primeros compases de la emergencia sanitaria, la extensa aplicación de los ERTE (expediente de regulación temporal de empleo) y el refuerzo de las plantillas públicas.
También el comportamiento de los flujos de trabajadores en las comunidades turísticas ha sufrido los estragos de la crisis de la covid. Duramente golpeadas por las restricciones a la movilidad, las autonomías más dependientes de los viajeros y de la hostelería han visto deteriorarse sus saldos. Canarias, que solía registrar mayores entradas de empleados que salidas, perdió asalariados en 2020; Baleares redujo a la mitad su saldo positivo.
El investigador Florentino Felgueroso explica que cuando la economía se deprime la movilidad laboral también se resiente. “En todas las crisis la movilidad se frena, y después de cualquier shock es muy difícil recuperar”, resume.
Prueba de ello es que los traslados de los trabajadores se redujeron tras el estallido de la crisis financiera de 2008 y no se recuperaron hasta 2013, cuando la economía inició a recobrar el vuelo. Y así lo refleja también la última Estadística de Movilidad Laboral y Geográfica del INE: en 2020, cuando a la restricción a la movilidad por los confinamientos se sumó una profunda crisis económica, solo el 2,1% de los ocupados cambió su municipio de residencia, el porcentaje más bajo en más de una década.
Estos datos no contrastan necesariamente con los de la Agencia Tributaria, ya que los dos análisis emplean distintas fuentes y muestras. Mientras que el INE cruza el padrón municipal con los datos de la EPA (Encuesta de Población Activa) del primer trimestre de cada año, incluyendo todos los ocupados y los parados, la Agencia Tributaria construye su estadística a partir de la declaración de retenciones e ingresos a cuenta sobre rendimientos del trabajo, y solo considera los asalariados domiciliados en las comunidades de régimen común ―excluidas Navarra y País Vasco― que trabajaron durante el último bienio (en este caso, 2019 y 2020).
Según la estadística de la Agencia Tributaria, la movilidad de los asalariados aumentó en más de un 50% con respecto a la publicación del año anterior, cuando se mudaron cerca de 160.000 personas. “Las dos estadísticas cubren el mismo periodo, pero la de Hacienda está condicionada a que el contribuyente haya estado trabajando los dos años que toma como referencia. Son personas que trabajaban en 2019 y también en 2020. No existe este condicionante en la estadística del INE, que creo que refleja mejor la tendencia”, aclara Felgueroso. “En esta crisis se mezcla quien ha perdido su trabajo y no tiene fácil encontrar otra cosa a la gente que puede teletrabajar. Pero la movilidad ha sido muy reducida”.