OPINIÓN

Afganistán: alas para Vox

DUERMEVELA 3.0

Raúl Diaz | Martes 17 de agosto de 2021

Decepcionante. La retirada de Afganistán de los aliados ha sido el ejemplo claro de que por mucho que se intente democratizar (aunque sea básicamente) un país enquistado en culturas y religiones incomprensibles para Occidente el resultado es desalentador.

El avance talibán, bien comparado por los medios con la “blitzkrieg” alemana sobre Polonia en la Segunda Guerra Mundial, ha sido tan demoledor como aterrorizante. Un auténtico paseo militar. De nada han servido la instrucción, el aprovisionamiento, la logística, las enseñanzas tácticas sobre la formación de un ejército nativo que, a la postre, se ha demostrado que no creía en sí mismo.

Vienen ahora las consecuencias: la iconoclastia, el retroceso a un régimen represor, las prohibiciones de derechos fundamentales y los lamentos desde el primer mundo por los indudables testimonios que saldrán de aquella tierra con cuentagotas, en un futuro. Todo ello adereza el miedo a la nueva situación (lo que alguien bautizó como “alarma social”) puesto que no es sino una mecha que prenderá en el corazón de muchos musulmanes. Lo cual cristaliza en el “envalentonamiento” y radicalización de los mismos. Y de ahí se deriva, una vez más, la necesidad de esos sunníes extremistas de cometer actos violentos contra “el infiel”.

Dejando aparte el hecho histórico y acercándonos a las consecuencias políticas del mismo en España, la información sobre los sucesos que allá acontezcan provocará indudablemente el rechazo de la gran mayoría de ciudadanos. A su vez, aumentará el recelo ante todo lo que suene a islámico o musulmán, lo que subvertirá en ciertas ocasiones hacia una xenofobia injustificada. Las personas tienden a simplificar los complejos problemas que hay detrás de otras culturas. Pero es dificilísimo, sin ser un experto, desentrañar el por qué hay millones de personas que aún desean hacer una “contracruzada” con Occidente como objetivo.

Este caos afgano, que tan lejano nos suena, tendrá repercusiones cercanas en cuanto el partido tildado de ultraderechista por muchos haga de ello política. Vox aprovechará ese miedo social para prolongar sus alas ante la nueva situación y recibirá nuevos adeptos agitando el miedo a todo lo que sea relativo a la religión de Alá. No es de extrañar en un partido muy conservador y observador de antiguas situaciones en las que lo que ahora acontece era impensable.

A Vox, lo de Afganistán le viene de perlas. Refuerza sus “ya te lo decía yo” y emploma su argumentario. Le permite extender sus alas más allá de lo que a muchos les gustaría. Si, por desgracia, en el corto y medio plazo empezamos a recibir imágenes dramáticas de lo que allí suceda (me refiero al proceso represor) la formación de Abascal afianzará su posición en un electorado ante el que se presentarán pruebas de la barbarie a las que los talibanes nos han acostumbrado en otras ocasiones.

Y, por mucho que se quiera desvincular el avance radical en Afganistán de la situación de los creyentes en esa religión que residen en España, el nexo que irremediablemente quedará en la mente de gran parte de la opinión pública será el de esa inhumana represión a la que de uno u otro modo es más que probable que asistamos durante muchos años.

Eso, en las urnas, elevará más alto el vuelo de Vox.

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