Hace no tanto tiempo, cuando la tarifa plana era un lujo que no todos se podían permitir, existían las cabinas. Era fácil, metías la moneda y marcabas el número, el mensaje debía ser claro y conciso si no tenías mucho suelto. También existía la opción del cobro revertido y que pagase la persona que te cogía el teléfono. Pero todo eso ahora parece una cosa del pasado, muy lejana, que sin embargo, no hace tanto que pasó.
Hace unos años eran esenciales, pero ahora, parecen una reliquia. Con la llegada del teléfono fijo en las casas, poco a poco se fue reduciendo el uso de estás cabinas. Pero la llegada de los móviles y los SMS aceleraron su muerte. Ahora con los smartphones y los mensajes gratuitos de las redes sociales están prácticamente extinguidas.
En Talavera aún quedan algunas, es difícil fijarse en ellas. Vamos tan pendientes de nuestro móvil, que pasan inadvertidas, cuando en algún tiempo pasado todos buscamos una para realizar aquella llamada tan urgente que no podía esperar.
Las que quedan están llenas de grafitis y anuncios publicitarios, y es difícil encontrar alguna que aún de tono. En la calle Mariano Ortega, enfrente de los ‘Salones Concepción’, queda una, entre dos setos, pasando inadvertida, como si fuera un elemento más de la naturaleza. Un elemento que alguna vez fue de primera necesidad y que ahora nadie usa.
Todo tiene su momento y todo tiene un final, por muchos recuerdos que nos traiga. El Gobierno central está ultimando una nueva normativa que pone fin a la obligatoriedad de mantener una de estas instalaciones en todas las poblaciones de más de mil habitantes. Ya no se contemplan como un servicio público esencial, al igual que las guías de teléfono.
Según Roberto Sánchez, secretario de Estado de Telecomunicaciones e Infraestructuras Digitales, “cuando se apruebe la nueva Ley estatal de Telecomunicaciones en septiembre u octubre podrán desaparecer”.