La llegada de la pandemia de la covid-19 ha afectado, de una forma muy directa, a la natalidad, ya que se prevé que esta caiga entre 5 y 10 puntos durante este año. Esto ha sido debido, fundamentalmente, a la decisión de las familias de posponer la búsqueda de un hijo hasta el final de la pandemia y a la imposibilidad de acudir a las unidades de reproducción asistida durante los meses de confinamiento, lo que hizo caer los nacimientos hasta en un 20% durante diciembre de 2020 y enero de este año1. Es una de las conclusiones que se han expuesto durante el encuentro sobre “Innovación en Fertilidad”, organizado por la compañía de ciencia y tecnología Merck con la participación de la Sociedad Española de Fertilidad (SEF), la Asociación para el Estudio de la Biología de la Reproducción (ASEBIR) y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), coincidiendo con la próxima celebración del Día Mundial de la Fertilidad, mañana 4 de junio. Entre otros temas, se ha resaltado la importancia de dar respuesta a las demandas actuales de las mujeres que recurren a los procesos de reproducción asistida, para reducir el impacto emocional que conlleva el tratamiento.
Según la Organización Mundial de la Salud, la infertilidad es una enfermedad del sistema reproductivo masculino o femenino definida por la imposibilidad de lograr un embarazo después de 12 meses o más de relaciones regulares sin protección. Según los últimos datos del Ministerio de Sanidad, el 9% de los bebés de nuestro país son fruto de la RA, lo que posiciona a España como uno de los países a la cabeza en este tipo de tratamientos.
“Podemos presumir de ser uno de los países líderes en reproducción asistida en el mundo. Esto es posible debido a una legislación más permisiva que en otros países y a una excelente calidad técnica y asistencial en nuestros centros de reproducción”, comenta el Dr. Antonio Urríes, presidente de la Asociación para el Estudio de la Biología de la Reproducción (ASEBIR).
Desde que se decretó el estado de alarma hasta su reapertura a finales de abril de 2020 se dejaron de realizar aproximadamente 14.000 ciclos de reproducción asistida y, como consecuencia, al cabo de 9 meses nacieron unos 4.000 niños menos en nuestro país, según estimaciones de SEF y ASEBIR.
Hasta la llegada de la pandemia, 1 de cada 10 nacimientos se producía gracias a técnicas de RA2. Sin embargo, la crisis sanitaria provocada por el virus implicó una importante reducción en el número de ciclos realizados, con el consiguiente impacto sobre la natalidad de nuestro país. Diego Ramiro, director del Instituto de Economía, Geografía y Demografía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), señala que: “El primer efecto es la reducción de la fertilidad debido a un aumento de la edad de las parejas mayores. Segundo, la crisis económica generada por el Covid-19 provocará una caída de la fecundidad similar a la que ya vivimos en la crisis de 2008. Y tercero, crecerá el número de parejas sin descendencia, por lo que cuando estas personas lleguen a la vejez no tendrán la misma red familiar alrededor para cuidarles en caso de que lo necesiten, y habrá una mayor demanda de recursos de asistencia sociosanitaria en el futuro”. Todo esto hace prever que, al contrario de lo sucedido en pandemias anteriores, “no es de esperar un rebote en la fecundidad, un baby boom compensatorio. De hecho, se prevé una caída de entre el 5 y el 10% de la natalidad para este año.”, explica el demógrafo.
La baja natalidad actual podría seguir descendiendo si no se proporciona información de calidad a quienes están pensando tener un hijo mediante técnicas de fertilidad, reduciendo su temor a hacerlo durante la pandemia. “A día de hoy, no hay ninguna evidencia científica que haga referencia a la afectación de los gametos (óvulos y espermatozoides) por el virus. De hecho, según los últimos trabajos publicados, el riesgo de encontrar partículas virales en el eyaculado o en el testículo se puede considerar muy bajo o nulo. Tampoco se ha encontrado ARN viral en los ovocitos de pacientes infectadas por SARS-CoV-2”, afirma el doctor Antonio Urríes.
En cuanto a la compatibilidad entre el tratamiento de fertilidad y la vacunación, este especialista asegura que “no hay razones para posponer o cancelar la realización de una técnica de reproducción asistida por la vacuna”, por lo recomienda que “las pacientes se vacunen cuando les corresponda según su calendario vacunal, sin que ello deba interferir en sus tratamientos”.
El perfil de la paciente que actualmente acude a las clínicas de RA son mujeres de más edad que hace 10 años. Antes, la media se situaba en los 35 y ahora se acerca a los 39 años. Según el Dr. Luis Martínez Navarro, presidente de la SEF, esto “dificulta los embarazos. También hay un incremento de pacientes sin pareja masculina que, además, suelen tener una edad alta”. Al buscar el primer niño a una edad avanzada, “a veces hay problemas para conseguir el segundo hijo, ya que puede coincidir con el final de la etapa reproductiva, cuando la fertilidad se agota”.
Además, ha aumentado el acceso a información sobre los procesos de RA para aquellas personas que necesitan recurrir a ellos. “La paciente actual está más informada, pero a veces también mal informada, y por eso es importante confiar siempre en el especialista. Además, dan mucha importancia a la seguridad del tratamiento y, como debe ser, son muy exigentes con la calidad del mismo.”, afirma Martínez.
“Los laboratorios de reproducción asistida humana posiblemente representan el área de la biomedicina que más avances técnicos y científicos incorpora año tras año”, asegura el doctor Urríes, “avances que se han traducido en mayor información, mejor toma de decisiones y mayor seguridad en los procedimientos”, explica.
Con unas posibilidades tecnológicas cada día más abundantes y mejores, “el trabajo debe centrarse ahora en conseguir que el proceso se ajuste lo máximo posible a las demandas y necesidades actuales, lo que pasa por introducir soluciones digitales que permitan un mayor control de las pacientes en remoto y una mayor flexibilidad para hacer que este proceso interfiera lo mínimo en su vida diaria”, señala Julio Varela, director de la Unidad de Fertilidad de Merck. La Encuesta Merck “Primeros pasos hacia la maternidad” arroja luz sobre ello, al revelar que a 7 de cada 10 pacientes le habría gustado tener más contacto con su médico durante el proceso.
El proceso de RA tiene una gran implicación emocional para la paciente o la pareja. Durante los tratamientos, se sufren altibajos y episodios de estrés, un desgaste emocional que puede verse incrementado si estos interfieren en la rutina diaria y laboral de la paciente. El componente psicológico es precisamente, el principal aspecto a mejorar durante el tratamiento de reproducción asistida para el 41% de las mujeres que se someten a estos procesos, tal como quedó reflejado en la Encuesta Merck “Primeros pasos hacia la maternidad”, referida anteriormente.
En este punto, diferentes expertos coinciden en señalar que, en reproducción asistida, el objetivo es avanzar de forma que se incremente la tasa de resultados positivos (niño en casa), al tiempo que se mejora la experiencia de la paciente y se reduce el estrés emocional que el proceso pueda causar. “Creo que las soluciones tecnológicas marcan este camino y hacia él nos estamos dirigiendo”, concluye Varela.