En esta pasada semana el presidente de Castilla-La Mancha en su cuenta de Twitter mostraba su agradecimiento a todos los ciudadanos de la región por el buen comportamiento que, generalizadamente, había tenido ante las medidas tomadas -difíciles muchas- por el ejecutivo que preside para aminorar la incidencia de este maldito bicho. Era la respuesta ante el levantamiento de algunas de ellas, que ha ampliado ayer mismo: “El Gobierno de Castilla-La Mancha espera poder rebajar un poco más las medidas de contención del coronavirus este sábado con la celebración de un Consejo de Gobierno extraordinario que evaluará la situación y poder tomar nuevas decisiones”.
En su misma cuenta le di las gracias correspondientes, pero le hacía ver que aún hay otras que, personalmente, sigo estando en absoluto desacuerdo como es el del cierre perimetral de la región. Respetuosamente se lo hice saber, sobre todo porque uno sigue sin entender muy bien cuestiones que no son prioritarias ni vitales para el normal desarrollo de la vida cotidiana de los ciudadanos.
Así, y a botepronto, me vienen a la cabeza algunas como la autorización para la caza; la asistencia de los políticos a mítines -como ha sucedido con las elecciones catalanas- o inauguraciones como los Reyes al Hospital de Toledo; los encuentros deportivos no profesionales; los tertulianos del cotilleo de Tele5 -razones laborales esgrimen ellos- y algunas cuestiones más que me dejo en el tintero. Y todo ello teniendo en cuenta que comunidades colindantes “nos invaden” los fines de semana.
Por el contrario, no puedes desplazarte a otras que no son, ciertamente, vitales pero sí humanitarias. Por ejemplo, a ir a despedir a algún ser querido -amigo o familiar aunque no se a de primer o segundo grado- o algo tan elemental como dar una vuelta a tu segunda vivienda para inspeccionar los estragos que pueden haber sufrido por los recientes temporales como el de Filomena.
Esperando anheladamente que me haga caso, le saludo atentamente.
El Ciego del Berrenchín
En fin, disculpe mi atrevimiento, que he resumido en este ovillejo con un larguísimo estrambote:
–¿Qué aire en Talavera inhalo?
–¡Malo!
–¿Muy pronto ha de ser aire ideal?
–¡En Helechal!
–¿Y en un tiempo posterior?
–¡Mejor!
¡Esto me suena a guasa!
Por cierre perimetral
no puedo ir a mi casa,
la que tengo en Helechal,
para ver si la Filomena
me ha liao alguna faena
cuando llegó el temporal.
Pero sí puedo ir de caza
a la vecina Extremadura,
que es otra comunidad.
No quiero ser caradura
y mucho menos bocaza,
pero os dejo mi verdad:
Corrijan pronto el error,
se lo digo al presidente
con cariño y con respeto.
No es cortés ni decente
que autorice al cazador
a salir a otro exterior
y a mí me tenga sujeto.
¿Me ha leído señor Page?
Pues haga otro decreto.
Que he de podar el seto
de mi casa en Helechal,
pueblo de Extremadura,
y con cierre perimetral,
es correr una aventura
saltarnos, sí, el actual.
Buenos días tenga usted;
usted y todos los suyos,
que no deseo yo barullos
por ser de vos el poded;
mas silencie a los capullos
que le critican en la red.
En el estrambote final
he de dejarle un recado:
No cometa usté el error
de creer que en un futuro
esto ha de irnos peor.
Imposible es, lo auguro.
Es la vacuna un muro
de un tiempo prometedor.
Póngamela ya señor,
que además de ciego
soy de mi casa el mayor
y no he de jugar con fuego.
Un fuerte abrazo, Emiliano;
y hágame caso. Y le ruego
que emita ya el decreto
sobre el cierre perimetral,
pues he de ir a Helechal,
pueblo de Extremadura,
para podar el rosal,
que orna nuestro corral
con flores de esencia pura.
Un ramo tendrá si llego
antes que sea verano.
No deseo ser un bocaza
y hoy aquesto le dedico:
El privilegio es pal rico
que tiene un coto de caza
y se joda el pueblerino.
Que siendo asunto minino,
un por favor… le suplico.