Luis González
Redacción La Voz del Tajo | Miércoles 23 de abril de 2014
Desde hace unos cuantos años, parece que, al menos en algunos de los pueblos de nuestra comarca, se está poniendo de moda una celebración, que recuerda momentos vividos en la época de nuestros padres, allá a mediados del siglo pasado, aunque naturalmente ahora se diferencia bastante de cuando se hacía por entonces.
Y es que, en verdad, al haber cambiado tanto las circunstancias, casi sólo se conserva el nombre. Para muchos, quizás, se trata de los nostálgicos de otros tiempos, los que lo están llevando a cabo ahora…, pero no deja de ser muy atractivo para la mayoría de los habitantes de los pueblos. No obstante, como cada pueblo intenta celebrarlo a su manera, yo quiero contaros aquí, lo que se ha hecho en uno de ellos.
Así es cómo se llevó a cabo, el pasado sábado 25 de Agosto, en La Estrella de la Jara.
Los organizadores del evento nos citaron a las once de la mañana para reunirnos en lo que allí se llama “El Caño”. Y, justo a la hora en punto, acudimos los convocados que pudimos…, y por supuesto mucha más gente del pueblo para presenciar el arranque de la jornada festiva que se preparaba. Y es que, cada año les toca reunirse a los que cumplen sesenta y cinco años, (si es por lo de la jubilación, ya veremos qué pasará en adelante) para celebrarlo y este año ha tocado a la quinta del “68”, que se corresponde con los nacidos el año 1947.
En ese año nacieron, o al menos esos son los registrados en el Ayuntamiento como tales, nada menos que “cincuenta y seis” niños y niñas. Ello nos puede dar una idea de los habitantes que podría tener La Estrella a mediados del siglo pasado. A pesar de que por aquella época, las familias tenían más hijos que en la actualidad… Pero sigamos con nuestro relato actual de los hechos de esta fiesta de los quintos. Como dato sorpresivo añadiremos que prepararon una simpática carroza, tirada por una mula en la que podían subirse seis personas. Después de repartir el distintivo correspondiente, que consistió en un pañuelo rojo, grabado con los años, para atárselo al cuello los veinte quintos y quintas (mi mujer era una de ellas), que asistieron al acto, nos pusimos todos en movimiento. Dos guitarras y tres laudes habrían de ser los instrumentos básicos para la jornada, además de otros menores que acompañaban los cánticos que se escucharon después por las calles más principales del pueblo. Naturalmente, (tal y como se hacía en la antigüedad) en las plazas, plazoletas y ensanches de las calles…, se paraba toda la comparsa para echarse algunos cánticos y bailes…, todo ello para deleite de los vecinos que salían a contemplar la ronda que sonaba a música celestial. Incluso, muchos de los jóvenes de la localidad y sobre todo personas mayores para recordar sus viejos tiempos, se animaban a bailar una movidita jota. Y, como es preceptivo en estos casos de juerga, para refrescar las gargantas, hicimos también la visita a los bares de la localidad para aminorar el calor, aunque nos hizo un día, medianamente fresco.
Después, hacia las dos de la tarde, nos presentamos en la plaza mayor, en la que se encuentra el Ayuntamiento, para realizar el acto de “la jura de bandera”. Se sacó la bandera del Ayuntamiento y pasaron, uno a uno, los quintos y quintas por delante de ella, besándola incluso algunos, al estilo de cómo se hacía en nuestra época del servicio militar, aunque me imagino que se seguirá haciendo hoy también en los cuerpos y actos que así lo demanden. Después pasamos, por debajo de la bandera, sostenida por un sable militar, cada quinto con su pareja y, tras hacer el juramento correspondiente, continuamos los cantes y los bailes. De este último acto de la Plaza ha quedado, incluso, constancia televisiva, ya que se nos presentó la Televisión Regional de Castilla la Mancha…, emitiéndolo después en las noticias de las dos, del Domingo, día 26. A continuación nos fuimos a la Iglesia y allí, tras unas breves palabras de uno de los organizadores y una poesía de acción de gracias por los sesenta y cinco años de vida de los quintos/as, cuya autora era una de las quintas, le cantamos una Salve a la Virgen. Naturalmente también nos acompañaron durante todos los actos, muchos de los vecinos de la localidad, o no dejaron de animarnos a lo largo de todo el recorrido por el pueblo.
Y ya, a las tres de la tarde, nos dirigimos a la Casa de la Cultura, en donde nos esperaba una suculenta comida de hermandad y amistad. Más de cuarenta personas nos reunimos en la comida, en donde por estar en la Casa de la Cultura, no faltaron tampoco algunos pequeños actos culturales como cánticos, bailes, nuevas poesías…, llevados a cabo por miembros de la comparsa. Y, finalmente, para rematar la faena, acudieron nuevos componentes de la Asociación “El Pollo Largo”, que tienen un buen repertorio de música tradicional y cánticos de jotas para realizar las rondas. Alguno de sus componentes ya nos había acompañado durante toda la jornada...
Eran las siete de la tarde cuando nos tomábamos el último “cubata” y rematábamos la faena, al menos por mi parte, que ya me despedí del acto… Es muy probable que algunos de los de la Asociación todavía continuaran con más juerga, pero eso ya es otro “cantar”…, como uno de los muchos que en la Ronda cantan…,¡y bien!
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