Hola AMIGA.
No soy asiduo de escribir y publicar sobre mis sentimientos y, la verdad, esta carta no te la escribo a modo de despedida, porque sé que no te has ido, no te vas a ir jamás de nosotros, porque desde el sábado sé que los ángeles existen y que si miramos al cielo por la noche y vemos la estrella que más brilla ésa es mi BEITA.
Esta carta la escribo en modo de agradecimiento, aunque tú personalmente sabías lo agradecido que, tanto mi familia como yo, estábamos de cómo te habías portado con nosotros. Gracias por preocuparte por mí en mi viaje a Mallorca, porque tengo constancia de lo pendiente que estabas. También tengo que agradecerte lo que nos ayudaste a Álvaro y de mí cuando tuvimos el equipo de fútbol, en el que eras un pilar muy importante para nosotros. Gracias por estar pendiente de mi sueño cada vez que nos veíamos, el cual tengo que decirte que está casi conseguido y que, cuando me vaya, me iré sin ningún miedo, porque sé, como he dicho antes, que un angelito va a estar protegiéndome. Quiero darte las gracias por la manera que trataste y cuidaste de mi abuela en sus peores momentos. Sé que la trataste como si fuera la tuya y que ella, a pesar de no estar con su familia, se lo pasaba genial contigo.
Por último, me gustaría decirte que te has ido demasiado pronto, pero las personas venimos a este mundo con un fin: el tuyo ha sido enseñarnos que la esperanza es lo último que se pierde y hay que luchar hasta el final.
Dios da sus peores batallas a sus mejores guerreros y tú has sido una auténtica CAMPEONA.
Y, sobre todo, sonríe donde estés, pues esa sonrisa tan bonita que tenías iluminaba las vidas de los que te rodeaban.
Gracias BEITA.
Por Alejandro López Morales