Guillermo Muñoz abrió plaza, con un novillo muy alto, astifino, que impuso su leí en una poco afortunada lidia en la que desarmó varias veces al banderillero y se lo puso complicado a los de los reiletes. Lejos de amedrentarse, Guillermo mostró firmeza y consiguió por momentos templar la embestida y dominar a un animal que abusó de su temperamento, sentimiento y fuerza, al estar muy cerca de ser utrero. Un espadazo en todo lo alto, algo atravesado, dieron paso a escasa fortuna en la utilización del verduguillo. Calurosa ovación con saludo del talaverano como premio a la faena, tras su seria actuación.
En su segundo novillo, cuarto en la lidia ordinaria,
Guillermo lo paró muy decidido, toreándolo magníficamente de rodillas y rematando con una excelente media rodillas en tierra.
Comenzó la faena de muleta desde el centro del ruedo, con la misma convicción que desde la salida de su segundo novillo, rodillas en tierra, citó desde lejos y el noble y bravo animal acudió al centro de la plaza, donde Guillermo ya daba muestras de que no quería que la tarde se le fuese de vacío.
Faena en la que se notaron los nervios, las ganas y en muchos momentos la dimensión y el empaque torero de un joven novillero, muy poco forzado, pero con ganas de ser torero.
Le volvió a jugar una mala pasada el acero, embarrando así una soberbia faena que quedó plasmada antes las cámaras de nuestra televisión autonómica, siendo premiada con una oreja, que paseó muy jaleada por muchos de nuestros paisanos que viajaron hasta la capital para apoyarle.