Lo cantaba Seal en su mítica 'Kiss from a rose'. Una rosa, llamada crisis, nos besa en los labios. Pero sus espinas nos hieren, nos hacen sangrar.
Esta historieta del fin de la crisis, mejor dicho 'historia', no nos está alejando de la realidad. La realidad es la que es. Y por mucho que nos digan que la flor marchitará, la rosa persiste en su afán de seguir apegada a nosotros. ¿Su color? Negro.
Esta rosa negra que se apega a nuestros labios, y encima no huele bien, mancilla este agosto interminable con sus espinas. Y, seguramente, los meses venideros.
Nuestras tierras, ajadas por el olvido, no soportan más heridas causadas por el soportado ostracismo. No queremos que nos entreguen más rosas negras porque es recibir un regalo envenenado. Necesitamos rosas de otro color.
Rosas de ilusión, que nos besen con el anhelo de nuestro beneficio. No rosas que nos dejen más cicatrices que llevamos marcadas desde hace tanto.
Por eso quiero el beso de una rosa que no me cause dolor.
Ni a mí, ni a todos los que deseamos que sus espinas dejen de causarnos sangrantes agravios y pido que, de una vez por todas, Talavera y su comarca dejen de recibir flores que aunque sean bellas llevan en su savia la ponzoña que frena nuestro desarrollo.
Que no nos regalen más rosas negras.Ya tenemos muchas marcas en nuestra piel y en nuestras mentes de sus desagradables besos y sus consecuencias.
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