Antonio Batres fue hijo y nieto de labradores y hortelanos talaveranos. Nació en nuestra ciudad el 29 de noviembre de 1928, hijo de Julián e Isidra. Era el mayor de seis hermanos y debe su nombre a la devoción que su madre sentía por San Antonio. Nació en la huerta que sus padres cultivaban en las inmediaciones de la Estación del Ferrocarril. Aún era un niño cuando sus padres se trasladaron a otra huerta, al otro lado del río, a la salida del Puente Viejo. Allí la familia vivió los años de la posguerra, haciéndose famosos en la comarca como “meloneros”… Fueron años de solidaridad con los hortelanos vecinos. La Vega de Talavera era un vergel y daba ciento por uno, pero requería un trabajo continuo y sacrificado. Antonio Batres recordará siempre con cariño el Vivero y sus trabajadores, la huerta de Fata, la huerta del tío Manolo y la Felipa… El Tajo bajaba cristalino. Su abuelo, Juan Batres, solía pescar en él, incluso nutrias… (¡qué tiempos!).
Al casarse, Antonio Batres se trasladó con su mujer Guille (hija del tío Guiña) a la huerta del Ámago, que ha sido su casa hasta el día de su muerte. Pero sus lazos familiares nunca se rompieron. Siempre sacaba tiempo para visitar a sus padres y hermanos en la huerta familiar del otro lado del río.
Antonio Batres tuvo una pasión durante toda su vida: sus mulas. Eran las más famosas de la comarca. Las cuidaba con verdadero mimo. Y las acicalaba con los colores rojo y gualda y con cascabeles cada vez que llegaban las Mondas, las Ferias de San Isidro (cuya imagen sus mulas portaban en carroza cuajada de flores), en la Romería de Santa Apolonia y, sobre todo, en los festejos taurinos de la Plaza de Toros, donde lucían espectacularmente en el paseíllo y en arrastre de los toros.. Por todo ello, Antonio Batres era conocido en Talavera como “el Mulillero”. Y por su desinteresada dedicación a Talavera contribuyendo a acrecentar su identidad local y comarcal fue merecidamente distinguido con el Premio “Ciudad de Talavera”. Felizmente, su amor a Talavera y su entusiasmo han sido heredados por Carmen y Antonio, sus dos hijos, que lucen con orgullo el mismo corazón talaverano que tuvo su padre.