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LA ORILLA DERECHA

Rafael de la Cruz | Lunes 14 de septiembre de 2020
En otra época, mas bien en otra era, acudí a plazas y calles buscando ver y ser visto. Aquellos lugares en los que paseábamos con la principal finalidad de cruzarnos con aquella chica que tanto nos gustaba y nos hacía devanarnos los sesos , e intentar a la vez deducir de su mirada o sus gestos si por suerte eramos correspondidos. Esa forma de primer acercamiento exigía un gran ejercicio de interpretación del lenguaje no verbal, para poder así conocer los pensamientos de aquella en la que depositábamos nuestro interés y por qué no decirlo, nuestro deseo.

El siguiente paso era la participación celestinesca de amigos y amigas que se encargaban de comentar las palabras u opiniones de los interesados directamente en ese inocente ritual de cortejo y seducción. "Que si funalita ha dicho que sí le gustas", "que si tal amiga sabe que a ella le gustaría salir contigo", y otras tantas frases en el mismo sentido, que en las ocasiones más exitosas animaban a vencer la timidez y a buscar la ocasión oportuna para atrevernos al paso trascendente de dirigirnos a quien tanto nos gustaba.

Pero todo eso quedó demasiado atrás en el tiempo. Aquellas calles y plazas se muestran vacías de ilusiones y sueños, de besos imaginados y caricias deseadas. Todo ese mundo que entonces pretendía nacer se esfumó bajo los inexorables embates de la cruda realidad. Ya nada es y nada parece haber sido.

Ahora que pienso en ti, desconocida y lejana, acudo con la misma emoción que antaño acudía a esos lugares cuando eran otros mis anhelos, a tu feed y tus stories para verte, para que tu mirada me ilumine, para recorrer tu elegante y contenida sonrisa, para leer tus pensamientos que tanto comparto y para hacer lo único a lo que me atrevo, darte un like sin más, cobarde de escribirte cualquier comentario que desvele que tu eres ahora aquella chica con la que intentaba cruzarme en aquella manchega ciudad y que el frío de entonces, frío de verdad, no me impedía ver la calle cómo el lugar mas bello del mundo cuando ella aparecía tras la esquina, cómo tu apareces en la pantalla.
¿Quedará todo en sólo esto? Quién sabe, pero ahora cómo entonces, el camino es tan importante como el destino. Todo es vida, vida acumulada, vida vivida, porque soñar y desear es tan vivir como alcanzar lo soñado, cómo podría ser abrazarte y acariciar tus cabellos en los que el sol se pone.

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