NACIONAL

LOS PERFILES DEL CIEGO | ¿César Muñiz veni, vidi, vici?

El ciego del Berrenchín | Miércoles 02 de septiembre de 2020

La presencia de la pandemia del Covid-19 ha marcado, marca y marcará el devenir de muchos acontecimientos del mundo globalizado en diferentes aspectos: la vida, la sociedad, la política y, por supuesto, el deporte. Y nuestra Talavera de la Reina no permanecerá al margen de ello, ya que al día de la fecha está experimentando cambios importantes, entre los que -pensamos- sobresale el fútbol. La idea que se llevaba “macerando” tiempo atrás se ha culminado en tiempos de la presencia del maldito bicho: la conversión del CF Talavera en Sociedad Anónima Deportiva -en pleno proceso que durará varios meses aún en hacerse realidad- con la llegada a la Ciudad de la Cerámica de un grupo inversor. Algo que ha puesto el punto y final a los “dolores de cabeza” de una junta directiva más pendiente de cuadrar los números que de hacer un equipo competitivo con posibilidades de pegar el salto cualitativo y cuantitativo que algunos socios demandaban. Y al frente del grupo del dinero -con un empresario afincado en Talavera como mayor accionista- una persona de fútbol muy conocida a nivel nacional: el ex árbitro internacional César Muñiz Fernández, aquél de los polémicos Barcelona-Sevilla y Elche-Real Madrid de 2013 y que no mucho tiempo después daría con sus huesos en Segunda. Asturiano él y engominado o repeinado, y conocido por sus actividades hosteleras -abrió un restaurante de lujo en pleno puerto de Gijón- y sus apariciones como comentarista de una cadena de televisión, donde analizaba las actuaciones arbitrales en los partidos importantes de nuestra liga. Su presencia en nuestra ciudad como cabeza visible del grupo ha levantado curiosidad en principio y cabe que en muchos hasta ilusión. Ésta no la voy a discutir ni poner, siquiera, en cuarentena.



Al día de hoy, 2 de septiembre de 2020 -año que será recordado por la pandemia del Covid-19 (como escribo en la dedicatoria que hago de mis dos recientes libros) y también ahora por el anuncio de Lionel Messi de su marcha del Barça- estoy obligado a reconocer la valentía -osadía podrían decir incluso algunos- que hay que tener para afrontar el reto del grupo inversor. Lo digo, sin duda, por los avales de instituciones mundiales como el FMI, la OMS o el propio Banco de España hablando de la recesión y/o gran crisis que se nos viene encima. ¡Hay que echarle narices, si señor!

Pero retomando el perfil de César, al que no conozco en persona, me congratulo de cómo está “vendiendo la imagen del grupo” en estos momentos en los que no hay fútbol, pero sí ideas y proyectos. No se corta un ápice en asegurar que si “no existiese el bicho se podrían ver a cinco o seis mil personas en el Prado cada partido del equipo”. Y eso, a quien llevamos toda la vida en Talavera, nos hace iluminar las pupilas. Si no fuera porque procuro hacer de él un perfil de su lado bueno, le remitiría a sus tiempos de árbitro en activo y le mostraría directamente la tarjeta roja con la que ya serían 104 los expulsados en su carrera. Pero César, cuyo rostro refleja bondad inicial, asume bien el papel que le han encomendado; es decir, el de regenerar un club que no aportaba casi nada a esta sociedad talaverana, ávida de nuevos retos y compromisos. Y en su cometido se ha llevado por delante todo lo obsoleto e inútil y ha traído un proyecto nuevo y radiante. Sólo dos renovados -uno el hijo del presidente-, un plantel en el que hay de todo -jóvenes con proyección y veteranos expertos y solventes- y un entrenador del que César destaca que “es un entrenador joven, pero con experiencia en Segunda B. Es muy estudioso; técnica y tácticamente tiene todo muy preparado”. Pero él y el propio Víctor Cea saben, y conocen perfectamente, que luego el balón da y quita razones, por no decir que procura desengaños y divorcios. El grupo se ha marcado objetivos, porque es su obligación para seguir poniendo dinero y dando viabilidad al proyecto. Y la mirada está puesta en la Liga Pro, como mínimo.

Poco le vamos a objetar mientras se nos van agotando las líneas, aunque sí queremos hacernos eco de sus lamentos de hoy mismo en “La Tribuna” hablando de la retirada de abonos: “llevamos unos 300; la verdad es que va más lenta de lo esperado. No olvidemos que hemos rebajado muchísimo el precio porque no queremos que la economía impida al aficionado venir al campo”. Pero esto es Talavera, amigo César, una ciudad empobrecida, semi parada y en plena depresión. De ahí, de nuevo, mi admiración por la decisión del grupo del que eres cabeza visible. Si algo podemos aportar desde este humilde medio y con esta sencilla pluma, lo hago gustoso. Entre otras razones para que se cumplan todos tus deseos: “buscamos que a través del fútbol se pueda generar riqueza, puestos de trabajo y que este campo, en el centro de la ciudad, viva no solo del fin de semana sino durante el resto de los días”. ¡Que así sea, César!

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