Se han ido. Se están yendo… hasta otro año. la Torre del Reloj y la Torre y la Capilla de la iglesia de Parrillas se está quedando sin su compañía, sin el inconfundible sonido de sus picos “machando el ajo”, crotorando… Llegaron por San Sebastián. Porque las cigüeñas de Parrillas vienen el veinte de enero, para celebrar al santo patrón de Parrillas… a veces antes, incluso para Nochebuena… de cualquier manera, antes que las de Navalcán, que lo hacen el veinticinco de enero, para asistir a la fiesta de su patrón San Paulo… Este año, desde sus nidos, han contemplado el silencioso confinamiento de la Pandemia del Coronavirus. Llegaron, compusieron sus nidos y estalló la Pandemia de los humanos. Pero ellas no guardaron cuarentena ni confinamiento. Cada día volaron hasta los aledaños del pantano y del arroyo a buscar el sustento. Pusieron y custodiaron sus huevos hasta que nacieron sus polluelos. Luego los alimentaron día a día con pequeñas alimañas y gusanos. Y cuando sus crías crecieron les enseñaron a sostenerse en el aire con pequeños saltos y breves vuelos… hasta que estuvieron capacitadas para valerse por sí mismas. Han soportado las tormentas y el recio sol del verano. Pero, entrado agosto, las cigüeñas han ido yéndose poco a poco, Dios sabe adónde… antes decíamos que emigraban hasta el sur de África… luego se dijo que no pasaban del Coto de Doñana en Huelva… y actualmente parece que algunas optan por quedarse en el vecino pantano, donde encuentran sustento y gozan del frescor necesario para vivir. No sé. De cualquier manera, sus nidos están tristes y solitarios en las torres. Y ya no alegran las calles del pueblo con su crotorar, que nuestros mayores llamaban “machar el ajo”. Adiós, cigüeñas, adiós. A mí se me antoja que Parrillas no ha padecido contagio ni víctimas de la Pandemia porque ellas lo han conjurado con su constante crotorar, invocando así la protección de San Sebastián Bendito.
José María Gómez evoca a sus entrañables cigüeñas de Parrillas en este videopoema que puedes visualizar en el enlace