Mucho se ha escrito sobre Ruiz de Luna y la cerámica en Talavera de la Reina, desde artículos hasta trabajos académicos, pasando por estudios monográficos con motivo exposiciones o fechas señaladas. Ahora bien, al margen de los textos de carácter técnico, en ocasiones se echan en falta otras visiones complementarias que puedan ayudar a percibir las motivaciones y los condicionantes que tuvieron los personajes tratados para ubicarlos correctamente en el camino de sus carreras. Estas informaciones se suelen encontrar en memorias y recientemente en publicaciones difundidas a través de las redes sociales.
En este último sentido, se destaca la referencia sobre Juan Ruiz de Luna relacionada con Claudio López Bru, segundo Marqués de Comillas, con el que mantuvo una gran amistad después de realizar unos trabajos para él, que hizo que le costease, junto con su íntimo amigo José Fernández Sanguino, un viaje a Roma para asistir a la peregrinación nacional obrera de abril de 1894.
Esta información, recogida en Webs de amplia difusión, constata una amistad que venía de la década de los años ochenta del siglo XIX cuando se asentaron en Talavera José F. Sanguino y Juan Ruiz de Luna. Ambos tenían una edad parecida y procedían de pueblos de Toledo, Navamorcuende y Noez, respectivamente, estimándose que su origen y espíritu de sacrificio forjaron unas personas emprendedoras, lo que unido a un infatigable trabajo hizo que pudieran cumplir sus objetivos a lo largo de los años.
D. José Fernández Sanguino. Fotografía de Ruiz de Luna, 1908 (familiar)
Por otro lado, Juan Ruiz de Luna quedó deslumbrado por el arte que pudo contemplar en su viaje a Roma con el Dr. Sanguino, impregnándose de un sentimiento estético que desarrollaría años más tarde con la sociedad Ruiz de Luna-Guijo. Son conocidos los pormenores de su constitución que se suele fijar el 18 de junio de 1908, aunque esta fecha se corresponde con la autorización en la sesión del Ayuntamiento de la solicitud de Juan Ramón Ginestal relativa a la realización de las obras necesarias para poder instalar una fábrica de loza artística en el edificio de su propiedad situado en la Plaza de la Libertad. En septiembre pudo entrar en funcionamiento el primer horno, si bien hasta el 9 de septiembre del año siguiente no se constituyó legalmente la sociedad.
El proyecto contó con otros socios, como Platón Páramo, que ofreció sus obras de cerámica para que valiesen de modelo, Casas Gallego y Gallego Benito, así como el aplauso de otras personas, especialmente del humanista Francisco Alcántara que publicó en “El Imparcial” de 11-3-1909 un interesante artículo sobre esta cuestión. Se precisaba que el Ayuntamiento de la ciudad había fundado un museo de cerámica para que sus piezas sirvieran de base a los artesanos del sector, junto con una escuela de dibujo con los profesores Guijo y Ruiz de Luna, contando con la inestimable ayuda del alcalde Sr. González Cuadrillero, que ejercía de patrono y proporcionaba lo necesario para que pudiese funcionar con regularidad.
Como antecedente, cabe señalar que en la sesión del Ayuntamiento de 9-11-1908 el Alcalde dio cuenta de que una persona caritativa, cuyo nombre no podía revelar, estaba dispuesta a costear los gastos de instalación y sostenimiento de una clase nocturna de dibujo, acordando el pleno mostrar gratitud por el ofrecimiento y que se cediese para esta finalidad el salón denominado Vicaría en la planta baja de la Casa Consistorial. Esta escuela de dibujo sería el embrión de la futura Sociedad Cultural “El Bloque”, que se desarrolló en la segunda etapa del alfar desde 1915 a 1936 y que se ubicó en el palacio del marqués de Villatoya, que había participado en la fase inicial de la empresa de cerámica.
De otras personas que apoyaron el proyecto desde el inicio, se puede citar al Dr. Sanguino, tanto en relación con la nueva sociedad creada como con sus gestiones con Emilio Niveiro, que dedicó a “su amigo” un plato de cerámica con su retrato, similar al de la fotografía que le había hecho Ruiz de Luna en ese año de 1908, confeccionado en su taller de “El Carmen”, el único alfar que había en Talavera y en el que Guijo había realizado el año anterior obras de cerámica que dieron pie posteriormente a la nueva empresa en la que Niveiro se mantuvo al margen.
D. José Fernández Sanguino. Plato de cerámica de “El Carmen”, 1908
Reverso del plato con la dedicatoria de Niveiro al Dr. Sanguino
Tras finalizar la carrera de medicina en 1887, el Dr. Sanguino desarrolló su actividad profesional en Talavera junto con otras funciones sanitarias, destacándose su labor desde principios del siglo XX como subdelegado de medicina y médico forense del partido. Montó su propia clínica en la planta baja de una amplia casa situada en la actual calle Palenque, que debe su nombre al teatro situado enfrente que ocupa el espacio de la antigua iglesia de los Jesuitas. Desde primeros del siglo XX, la clínica fue frecuentemente referenciada en textos diversos, destacándose la reseña del ilustre historiador Jiménez de Gregorio que la señalaba como la única con instalación de rayos X en uno de sus libros sobre “Presencia de lo Toledano”, refiriéndose al Dr. Sanguino como de gran fama y al que le llamaban el sabio doctor.
Se accedía a través de un amplio hall con una escalinata, estando decorados ambos espacios con cerámica de Ruiz de Luna. Esta escalinata tenía la particularidad de que contenía una escena ecuestre y en la brida del caballo figuraba el nombre de Carmela, esposa de Juan Ruiz de Luna Arroyo y cuya figura se reprodujo en el panel de cerámica. Este mural está desaparecido y en el año 2008 Alfredo Ruiz de Luna me mandó su foto para interesarse por él, ya que en el reverso de la fotografía ponía con letra de su abuelo que lo había realizado su hijo Juan y Francisco Arroyo.
El mural tenía un especial interés para Alfredo y para Amparo Ruiz de Luna, con los que habitualmente hablaba, ya que lo había realizado su padre junto con Arroyo y el retrato de la amazona se correspondía con su madre. Mª Isabel Hurley en su estudio lo data entre 1918 y 1922, llegando a la conclusión que debió confeccionarse por entonces, pues sus padres se casaron el 16-12-1923.
Mural de cerámica de Ruiz de Luna en la escalera de la clínica del Dr. Sanguino (Fotografía cedida por Alfredo R. Luna)
Asimismo, mostraron su extrañeza porque un mural tan íntimo y querido, al que le denominaban como una joya, pudiera estar en la casa del Dr. Sanguino, estimando que debió ser más un obsequio que un encargo. Al profundizar en este tema, se puso de manifiesto la conocida amistad entre las dos familias. Amparo Ruiz de Luna me enseñó el Libro de Oro de firmas de visitas a la fábrica que su abuelo tenía en Talavera en el que figuraba la rúbrica de Julio Fernández-Sanguino Morales el 8 de septiembre de 1917. Asimismo, desempolvando viejos papeles en su taller de Málaga vimos un Álbum que el abogado manchego Serrano Rodríguez había formado con textos diversos que Juan Ruiz de Luna Arroyo ilustraba con dibujos, aunque éstos no aparecieron, figurando incluida la poesía “Crepuscular” compuesta el 7-12-1918 por Julio F-Sanguino. Es de destacar que ambos estaban juntos por aquellos años estudiando en Madrid.
La amistad de ambas familias podía ser un motivo para el mural; pero no suficiente, por lo que nos inclinamos más por razones médicas, en las que el Dr. Sanguino se desvivió en muchas ocasiones, o el constatado apoyo y posible ayuda a Ruiz de Luna hasta que pudo hacerse con toda la sociedad de cerámica en 1919, ya que seguía presente los recibidos en sus primeros años en Talavera.
Por último, quisiera resaltar que, al margen del reconocimiento generalizado a la familia Ruiz de Luna, hubo otras personas que, de un modo u otro, contribuyeron, en mayor o menor medida, a que Talavera de la Reina sea conocida actualmente como la ciudad de la cerámica, como la que ayudó de forma anónima a la creación de la escuela de dibujo en 1908. Asimismo, en este artículo se han mencionado a las siguientes personas relacionadas con el tema expuesto, siendo consciente que puede haber otras muchas: Guijo, Ginestal, Páramo, Casas, Gallego, Alcántara, González Cuadrillero, el marqués de Villatoya, Sanguino, Niveiro y Arroyo.
Texto: Julio Fernández-Sanguino Fernández