Fue fundida por Alejandro Gargallo en 1755, por encargo del Cardenal Borbón. Sus increíbles medidas son: 2.29 metros de altura, 9,17 metros de circunferencia y 2,93 de diámetro. Según consta grabado en ella, su peso son 1.543 arrobas. En el suelo se encuentra su badajo original. En el costado que mira al norte tiene una cruz que remata en lo alto con una imagen de la Virgen del Sagrario. En el costado que mira al oeste lleva una efigie de San Eugenio, primer arzobispo de Toledo, cuyo nombre se dio a la campana. También exhibe el escudo de armas de la catedral y cinco inscripciones latinas.
En la Fiesta de Santa Leocadia de aquel año 1755 , apenas dos meses después de que fuese colocada en el sitio en que se halla, tañendo para la misa de la excelsa patrona de Toledo, se resquebrajó, apareciendo una grieta de 1,5 m, que fue limada para evitar su vibración. Ello ha dado origen a leyendas que la imaginación popular ha venido recreando con el paso de los años.
José María Gómez, que en sus versos sabe conjugar con gran perfección lo popular y lo culto, recrea la historia y las leyendas de “San Eugenio”, la Campana Gorda de Toledo,