NUESTRA GENTE

OBITUARIO | ¡Adiós a un hombre bueno, bueno...!

El malogrado Migue

Fallece en Talavera Miguel Díaz Pinilla tras no poder una penosa enfermedad que le martirizaba desde años, pero que jamás le pudo robar la sonrisa

Ignacio Rodríguez | Lunes 18 de mayo de 2020

Hoy, 18 de mayo, otrora cierre de las ferias grandes de Talavera con el festejo del “Día del Niño”, parecía que iba a ser de un día de alborozo por el fín del confinamiento al que nos ha sometido este maldito bicho del coronavirus durante dos largos meses. Pero no, para nada, no hace uno nada más que salir a la calle saludar a los amigos -guardando siempre la distancia y cumpliendo las normas de seguridad que dictan las leyes- y de sopetón te sueltan: “ayer enterramos al amigo Migue”. ¿Pero qué me cuentas Seco? “Sí lo que te digo, no ha podido resistir...”. Y uno hace de tripas corazón para encajar el golpe bajo y se acuerda de una persona buena, de las que jamás hacía daño a nadie y tenía siempre su media sonrisa en la boca tras algún guiño que otro, es cierto. ¡Qué putada, cuanto lo siento, qué lastima! Son las expresiones de unos y otros cuando vamos recibiendo, o soportando como podemos, el golpe bajo de la que será ya su ausencia definitiva. Pasaba de los 55 y no había cumplido los 60, pero tenía el alma blanca y el corazón abierto para todos. Cuidó a su madre mientras le sostuvieron las fuerzas de una enfermedad tras otras, que le han ido minando hasta crucificarle en plenas ferias de mayo. Y cabe, por la gravedad de aquéllas, con un tiempo extra y de regalo que ha compartido con todos sus amigos.

No ha sido el bicho éste que nos ronda y merodea, pero da igual porque se ha apagado una sonrisa limpia y sincera, que cautivaba a todo aquél que le conocía. “Perdone usted señor Ignacio” -me decía- desde que me conoció -hace ya años- cada vez que nos veíamos y con el mismo cariño se dirigía a mi esposa Lola. “Me gusta como escribe, y cada semana me embebo sus artículos en La Voz del Tajo”. ¡Gracias Migue, amigo y tómate algo¡ “No, Eugenio, lo de tu primo lo pago yo”. Fue la última vez que nos vimos en el bar Apolo del Paseo de la Estación poco antes de esta “entrada en prisión”. No te preocupes, Migue, y aguanta y resiste. Ayer no pudo más y recordaremos tu persona, seguro, durante mucho tiempo, cada vez que estemos en El Apolo, El Toni, La Plaza, El Gato o El Feo, que ciertamente era donde más nos veíamos. Hoy, que para mí debería haber sido una fiesta, se ha convertido en una media jornada de silencios que he compartidos con tu gente: Seco, Pirri y muchos más. Pero hemos tomado lo nuestro, Migue, no te proeocupes aunque, eso sí, en más de una cerveza la mirada la hemos dirigido al cielo en tu honor.

Estábamos obligados, como obligado estoy a enlazar estas líneas en tu memoria para reconfortar, aunque no sea sencillo, a tu familia y a tus amigos íntimos. Fue un placer haberte conocido, Migue. ¡Y descansa en paz, buena gente! En este barrio de Diego Pérez, Paseo de la Estación o la torre frente al Municipal El Prado, te seguiremos echando mucho de menos, y lamento que ya no podré decirte que “no tienes ni puta idea de jugar al subastao”. ¡Y cuidanos desde allá donde ahora te encuentres, Miguel Díaz Pinilla, porque es tu función de ahora, esperando puedas, al menos, leer estas líneas que te dedico con lágrimas en mi corazón!

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