"A la fuerza ahorcan". Un dicho popular que bien pudiera venir al caso de nuestra denostada Justicia como consecuencia de esta pandemia que amenaza con llevarse por delante todo lo que hasta la fecha hemos conocido.
Nunca entendí por qué desde hace años se puede manejar un robot a cientos de millones de kilómetros en Marte, hacer transferencias de dinero por internet o invertir en la bolsa de Nueva York desde casa ,por poner solo unos ejemplos, y no se pueden celebrar juicios, declaraciones y comparecencias por esos mismos medios telemáticos.
El coronavirus ha puesto de manifiesto muchas carencias de nuestra Administración, pero también va a a suponer un verdadero revulsivo para tratar de enmendarlas. Y estamos a tiempo, si verdaderamente hay voluntad.
El atraso de la Justicia española es secular y endémico. Resultan envidiables los medios tecnológicos de los que dispone Hacienda, Seguridad Social, Policía y Guardia Civil comparados con los de nuestra vetusta Justicia.
En la Justicia española existe ,hasta la fecha, una permanente vocación de llevar a cabo las actuaciones judiciales de manera presencial, si bien los Decretos que se han dictado durante el Estado de Alarma se posicionan a favor de realizar la mayor cantidad posible actuaciones judiciales por vía telemática, siempre y cuando los Juzgados y Tribunales tengan medios para ello. Algo que no ocurre.
Esta desgracia nos hace estar ante una oportunidad única de adecuar la Justicia del siglo XIX al mundo del siglo XXI. Veremos.
Javier Gallego y Sánchez-Rollón
Abogado