Cada año, al llegar el 16 de mayo, Talavera experimenta una antigua y repetida conmoción. Los toros de sus escudos se agitan y en el aire hay coplas y lamentos, que vienen del año 1920. Los Jardines del Prado se visten de flores y se llenan de perfumes. Hay ambiente de Ferias. Pero en su lugar de siempre, inmóvil ya en su eternidad de bronce y granito, aguarda Joselito “el Gallo”, el impar “Gallito”, que escribió las páginas más grandiosas de la historia del toreo por todos los ruedos de España y puso la rúbrica más trágica y luctuosa de su vida y de su arte en la Plaza de Toros de Talavera de la Reina. En 1958 el Club Taurino Talaverano y el Ayuntamiento de nuestra ciudad le dedicaron el busto-monumento, en que cada 16 de mayo se rinde memoria y homenaje al Papa Rey, la Maravilla, el Rey de los Toreros... Joselito.
El día 1 de junio de 1958, tuvo lugar la inauguración del busto-monumento de Joselito en los Jardines del Prado de Talavera, obra del escultor P. Barral. Si el monumento funerario de Benlliure en el cementerio de Sevilla presenta al matador en el supremo trance de la muerte; si el monumento de Gelves lo presenta en el esplendor de su triunfo sobre el toro, el busto de Talavera sublima la imagen de José, elevándole a la categoría de mito, de dios del toreo, con la prestancia de un emperador romano.
El acto de inauguración del busto de Talavera se inició, en la mañana del día 1 de junio, con al celebración de una Misa en la entonces Ermita del Prado, a la que asistieron los miembros del Club Taurino y del Ayuntamiento y personalidades invitadas. Por cierto, el final de la Misa tuvo un rasgo taurino, pues Cecilia Rubalcaba atacó con el órgano fragmentos de la Oración del Torero, de Turina.
A continuación, las autoridades y personalidades asistentes se trasladaron al monumento para proceder a su inauguración. Actuó de presentador José Luis Pécker, el famoso locutor de radio, que fue dando la palabra a los sucesivos oradores. Así, habló en primer lugar Joaquín Vidal de las Casas, Presidente del Club Taurino, que hizo el ofrecimiento del busto. Después tomó la palabra Gregorio Corrochano, el periodista de honor, Hijo Predilecto de la ciudad y maestro de cronistas de la fiesta brava, el cual expuso una breve semblanza de Joselito, haciendo algunas consideraciones sobre las condiciones de Bailaor, el toro autor de la tragedia, y terminó aseverando que con la muerte de Joselito se había terminado la historia del toreo. Siguió en el uso de la palabra el señor alcalde, Vicente-María de Leyva y Ortega, que agradeció al Club Taurino Talaverano la realización del monumento y su ofrecimiento a la ciudad, al tiempo que evocó la abundancia de personajes ilustres talaveranos, como Fray Hernando, merecedores también de esta clase de monumentos que perpetúen su memoria. Finalmente, José Luis Pécker cerró el acto cuando empezaba a lloviznar.
Por la tarde, en la Plaza de Toros, se celebró un Festival Taurino, presidido por distinguidas y bellas señoritas. Los erales fueron de la ganadería de Fermín Sanz, de Colmenar Viejo. Rejoneó Irma Deglané a un novillo, que remató el veterano matador Antonio Sánchez. En lidia ordinaria José Luis Pécker toreó al primero y lo mató citando con un pañuelo, lo que le valió una gran ovación: el público, que lo admiraba como impecable locutor de radio, descubrió su gran vocación de torero y lo aplaudió a rabiar. Alfonso Merino, Marcos de Celis, Luis-Francisco Peláez y Alfonso Galera pusieron todo su empeño para agradar, oyeron grandes ovaciones, pero los erales no embestían e hicieron infructuosas las faenas. Al final, apareció la lluvia. Pero el día resultó muy digno y emotivo. Y ha quedado en la historia de Talavera.
Desde entonces, cada 16 de mayo el Club Taurino Talaverano y el Ayuntamiento rinden homenaje a la figura inmortal de Joselito delante del egregio busto-monumento, ante el que se deposita una simbólica corona de laurel.