OPINIÓN

OPINIÓN | Homenaje a las víctimas por el Coronavirus

Artículo de Juan Pedro Ayuso

Redacción La Voz del Tajo | Viernes 17 de abril de 2020

Es angustioso comprobar como aumentan día a día las víctimas mortales por la enfermedad asociada al Coronavirus, la COVID-19. Nos acercamos a las 20000, reconocidas, y no sabemos a ciencia cierta ni cuántas son en realidad ni a cuánto ascenderá el total.

Surgen, lógicamente, muchas voces, con todo el derecho del mundo, que demandan acciones destinadas a homenajear a estas víctimas mortales pero, en algunos casos, con unas intenciones que parecieran ir más encaminadas a la crítica política que al acto del luto en sí.

La pregunta que yo me hago es, ¿acaso no somos todos víctimas del Coronavirus? Porque en mayor o menor medida así es.

Está claro que la mayor pérdida que puede sufrir un ser humano es su vida pero no es menos cierto que quien ve menoscabadas sus libertades por una causa sobrevenida también es víctima.
Quienes ven aumentado su riesgo a contraer una enfermedad por sobrecarga de trabajo; por la obligatoriedad de trabajar; por trabajar con equipos de protección inadecuados o inexistentes; por quedarse sin poder trabajar; por ser despedido de su trabajo;etc, también somos víctimas de este virus.

Responder que no a esa pregunta es como decir que hay víctimas de primera y víctimas de segunda, y la única distinción entre tipos de víctimas que yo veo es la que establece la propia sociedad en la que vivimos por la enorme separación entre clases que tenemos, donde el rico cada vez es más rico y el pobre cada vez es más pobre. Y es que, aunque el virus no va a hacer distinción entre la clase social del huésped, el riesgo de las personas que más posibilidades tienen de ser infectadas es mayor cuanto menor sea nuestra clase social. Ahí sí que existe una clara diferencia.

Por lo tanto, parece que se pretende señalar a Pedro Sánchez y a Pablo Iglesias, o a Tita y a Page, en nuestro caso, como si no desearan homenajear a las personas fallecidas (porque parece que al final sólo queremos rendirles tributo a ellas) por algún extraño motivo.

No debería cabernos duda de que, cuando todo esto pase, la comunidad internacional declarará algún Día Internacional de la lucha contra el Coronavirus, o similar. Y que habrá homenajes por todo el territorio nacional para reconocer el trabajo de unos y para echar de menos a los que hemos perdido.

Y deberíamos creer que si ahora no se hacen es porque todas y cada una de las personas que tienen algún cargo de responsabilidad ellos están haciendo lo que pueden para luchar contra esta pandemia.

Yo lo entiendo como si, durante de un incendio, le exigiéramos al bombero, cada vez que saca un cuerpo sin vida, que se parase a rendirle un sentido homenaje en lugar de seguir buscando, sin perder un tiempo precioso, más vidas a las que salvar y que pudieran estar en peligro en ese incendio.

No creo que a ese bombero, ni a ningún dirigente político, le agrade perder una vida bajo su mandato.
Sé que la comparación no es estrictamente igual pero ni el bombero ha provocado el fuego ni el político ha provocado la pandemia. Y esto debería quedarnos claro.

Algunas personas dicen que los que pensamos así lo hacemos porque pretendemos avalar las actuaciones de Pedro Sánchez y de Pablo Iglesias o que no hemos perdido a nadie y por eso no sabemos de lo que hablamos.

Pues resulta que en mi caso, y seguro que el de otras muchas personas, no se cumplen ninguna de esas premisas.

Para mí sería muy fácil responsabilizar de la muerte de 2 personas en mi familia, ambas en residencias de mayores y con distinto grado de parentesco, una en Madrid y otro en Ávila, a los gobiernos de ambas comunidades autónomas (ambas gobernadas por el PP y Ciudadanos) como poseedores de la competencia en Servicios Sociales en una primera instancia. Pero no lo hago porque creo, sinceramente, que están haciendo todo lo que está en su mano para detener estas desgracias.
Aunque también creo, porque resulta evidente, que esta situación les ha venido grande a todos. A los que están ahora, a los estuvieron antes, a los que hubiesen estado, e igual que si hubiésemos sido cualquiera de nosotros los que tuviéramos esa responsabilidad.

Por mi parte creo que el mejor homenaje que podemos rendir a todas las víctimas, mortales o no, es garantizar una sanidad futura pública y de calidad; con unas condiciones laborales y salariales dignas y con una protección suficiente y necesaria que no les cueste la salud, y hasta la vida, por cuidar la nuestra.

Otro gran homenaje sería el de revisar el sistema de residencias de mayores para que dejasen de funcionar como un negocio y pasasen a ser consideradas un bien público donde podamos atender como se merecen a todas aquellas personas que tanto han hecho en su vida por nosotros, sus descendientes, y no escatimemos recursos en ellas. Ni materiales ni de personal que les atienda.

Y estos homenajes pasarán por hacer un gran análisis en profundidad de las causas que han provocado que la respuesta que se ha dado no haya sido todo lo eficiente que debiera. Para ello lo más probable es que tengamos que remontarnos en el tiempo más allá de las últimas elecciones, mucho más, y que tengamos que revisar hasta el tipo de sistema económico que nos ha traído hasta aquí.

Pero como decía antes con el ejemplo del bombero y el incendio, ahora toca apagar el fuego con las herramientas que tenemos y ponernos codo a codo, aunque sea con cubos de agua, a ayudar a apagarlo.

Todo lo demás es echar más leña al fuego.

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