OPINIÓN

El estado del Estado, puntos débiles del marxismo (3)

El Mediador

Carlos Glez.-Teijón | Lunes 02 de marzo de 2020

Si Yony quería hacer un buen informe también debía reflejar los puntos débiles del Marxismo. Y constata que tal como le sucedió al Cristianismo, los aspectos en que su implantación causó férreo rechazo fue el la aplicación del dogmatismo.

Como había sido un intento de plasmación política de las ideas religiosas Cristianas, se incurrió en el mismo problema estructural, no se permitió a los ciudadanos seguir más o menos las doctrinas, no, estas debían ser acatadas sin la más mínima duda, y la simple opinión, aunque no fuese seguida de acto alguno, ya era rechazada, reprimida y castigada. La implantación de la ideología se hizo como con los curas y popes, cualquier opinión contraria era herejía, y el opinante debía ser arrojado a los infiernos hasta la eternidad.

Más aún, como era una idea y práctica política, para todos los días y para toda la actividad universal del individuo, no quedó más remedio que internar –en la práctica- a toda la población en los “conventos y seminarios”: Su vida, desde que se levantaba hasta que se acostaba, su actividad laboral y social, su ocio y descansos, debían estar totalmente regulados y controlados por el “abad y el director del seminario”, es decir, el comisario político de turno. La vida de cualquier fiel-ciudadano debía –como así sucedió- estar absolutamente controlada hasta el más mínimo detalle, domicilios, desplazamientos, lugares de trabajo y consumo en los supermercados, tal como así se implantó y está vigente en Corea del norte, Cuba y cualquier estado comunista.

El punto quizá más débil de todos es que no se aplicó el conocimiento de la más sencilla psicología humana, “Todo el mundo desea lo que no tiene hasta que lo consigue, una vez alcanzado ya deseamos otra cosa que aún no tenemos”. No se tuvo en cuenta que cuando se garantizase a la población comida, estudios y sanidad luego querrían otras cosas –incluso malas, vicios- y el Marxismo , por su propia ideología, no podía darlo. Ni hablar de ello.

También se reveló como un temprano problema, y por ello punto débil, el hecho de que en toda sociedad es consustancial a la misma las élites y los gobernados. Se comprobó que las nuevas élites deseaban privilegios similares a los que habían dispuesto siempre: Más y mejor comida, mejores alojamientos, mejor y mayor acceso al sexo, desplazamientos, transportes gratuitos, etc, lo que chocó de lleno –tal como ya le había sucedido al Cristianismo- con la promulgación de que todos somos iguales. Una vez que las masas comieron y vivieron hacinados en pequeños apartamentos comenzaron a reclamar acerca de esos privilegios que otros disfrutaban. Las represiones fueron fastuosas.

Se demostró que si ya las religiones, aunque a veces lo hacían en el plano teórico, tuvieron serios problemas entre el “Predicar y el dar trigo”, llevarlo a cabo en el plano terrenal, práctico y político generó una serie de problemas que nunca se pudieron resolver. Entre otras cosas porque cuando hablamos de “Dogmas” a veces dichas controversias no se pueden ni plantear, y por ello es imposible buscar soluciones.

Quizá incurrió en un aspecto psicológico muy manido a lo largo de la historia, el hecho de que aquel que ya dispone de comida y habitación, e incluso sexo garantizado –El Marxismo no solo nunca se planteó acabar con el machismo sino que incluso lo potenció- le resulta muy difícil seguir en el esfuerzo y el sacrifico. Los índices de absentismo que se dieron en los puntos álgidos del marxismo soviético –era Brézhnev- eran iguales o superiores al 50%. El empuje hacia la creatividad, la producción y la búsqueda de soluciones a problemas concretos menores en la sociedad cuando no fue castigada directamente, fue muy desincentivada.

Quizá el punto más débil del marxismo es que como necesitaba controlar toda la sociedad para facilitarle esos niveles prometidos de subsistencia, educación y sanidad, le llevó a congelar cualquier iniciativa privada. Congelados los individuos congelada la sociedad. Cuando cayó el muro de Berlín se comprobó que la sociedad soviética por dentro, de verdad, era una sociedad petrificada. Cuba está hoy petrificada, no se ha construido un solo “Edificio” –obra de teatro, libro de pensamiento, literatura, nueva música- de ningún tipo, desde el año 1.959 hasta la actualidad.

Compruébese Corea del Norte.



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