Redacción La Voz del Tajo | Viernes 14 de febrero de 2020
Con motivo de la peregrinación diocesana, un año más los jóvenes y adolescentes de la Diócesis de Toledo han marchado hacia el Cristo de la Mancha, que se encuentra en el municipio de Urda. Este año han sido más de 300 los jóvenes y adolescentes los que han decidido apuntarse a esta actividad.
Como cada año, Madridejos es el punto de partida de la peregrinación. Antes de comenzar la marcha, los adolescentes tuvieron la oportunidad de meterse de lleno en la peregrinación por medio de la explicación del lema “Haced lo que Él os diga”, en el cual se profundizó en las famosas palabras de María en el episodio de las Bodas de Caná. Un momento fundamental en el que los peregrinos tomaron conciencia de la necesidad de María para llegar a Jesús, y en este caso, al Cristo de Urda. Tras esta reflexión, emprendieron su camino hasta Consuegra, el pueblo vecino, que les acogió cálidamente y les ayudó a retomar fuerzas con una agradable velada.
El sábado, el día más potente de la peregrinación, los jóvenes amanecieron con ganas de llegar al Cristo. Siguiendo con el itinerario espiritual de la peregrinación celebraron la misa y dieron el tema del día. Los adolescentes fueron conscientes de las cadenas del pecado y del gran beneficio del sacramento del Perdón, de la reconciliación con Dios. Más tarde, se pusieron en camino y llegaron al Santuario del Cristo de Urda. Una vez llegaron, el Rector del Santuario les dedicó unas palabras. Por la tarde, los jóvenes se divirtieron en un juego telemático dirigido por los sacerdotes. El punto final del día fue una actividad que no puede faltar: un rato de adoración en el Santuario, un momento fundamental para poner en sus manos a la juventud de Toledo.
El domingo por la mañana los peregrinos recogieron todo lo vivido en estos días y tuvieron su última reunión como grupo, en la que se cuestionaban el ¿y ahora qué?, comprometiéndose a que no cayera en saco roto esta gran alegría y animando a los demás adolescentes a participar de estas actividades. También demostraron la alegría y la unión de los jóvenes en un flashmob, un baile que no esperaban y que estaba cargado de ritmo y ánimo.
El broche final de la peregrinación tuvo lugar el domingo con la misa presidida por Don Braulio, que supuso el último acto del arzobispo, administrador apostólico, con los jóvenes de la archidiócesis de Toledo. Este momento estuvo marcado por las despedidas y Don Braulio animó a los jóvenes a ser sal en la Tierra y luz en el mundo. La Delegación de Pastoral Juvenil aprovechó para hacerle un regalo a Don Braulio por todos estos años: fue una mitra con el logo de la delegación, para que les tuviese siempre presentes, allá donde fuera. La peregrinación culminó con el Acto de Envío, provocando la despedida de los adolescentes y jóvenes y preparándoles para regresar a sus casas.
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