Ignacio Rodríguez | Lunes 20 de enero de 2020
María de los Ángeles Santos Martínez, periodista manchega (Villanueva de los Infantes) afincada definitivamente en Talavera de la Reina desde principios de los años 80, a donde recaló para incorporarse a La Voz del Tajo de los Villarín (Eduardo) y Retana (José) con Eladio Martínez (Elmart) aún entre máquinas de escribir y linotipias. Esta mañana –festividad de San Sebastián– bien temprano, recibí la noticia de su fallecimiento en su propia casa. “Así, sin anestesia, se me han puesto los pelos de punta”, escribía ella hoy hace casi un año en su blog bajo el título 'Robots'.
Las “Cigüeñas del Prado” se han puesto a llorar de una manera desconsolada, lo intuyo, porque se han quedado sin su adalid. Y a mí “se me llenan los ojos de agua y se me hiela el alma”, que diría MAS (su firma en La Voz del Tajo durante muchos años), porque pese a la distancia uno no puede olvidar las fatigas compartidas tantos años de discrepancias -que las hubo- y acuerdos. “Hay que traer de vuelta a los filósofos que con sus luces y sus sombras intentaron demostrar que el mundo podía ser justo y solidario”, decía no hace tanto y se nos marcha hoy una periodista de raza, auténtica y creíble, pese a que como ser humano tuviera sus luces y sus sombras.
Hoy son muchos los que lloramos su ausencia, compañeros -Jesús Morales o Carmen Sánchez Jara-, políticos, familiares, amigos... “Libre te quiero, como arroyo que brinca de peña en peña. Pero no mía" -versos de Agustín García Calvo- era la más bella declaración de amor que conocía para desgranar los sentimientos personales hablando de las mujeres -maltratadas, claro- con la intención de hacer cambiar un mundo que aún definía como masculino singular. La vida es así de ingrata, o de sabia, y aunque nos deje sin Macondo o don Pimpón -muchas veces en sus acertados escritos- tardaremos tiempo en olvidarla. De momento me vuelvo a referir a situaciones que MAS dejó impresas, “tengo la imaginación y las neuronas justas para pasar el día con dignidad y sin que se note mucho que soy del montón, pero me parece estúpido, aparte de cruel” seguir machacando el dolor, el mío propio y el ajeno, con palabras y frases que no nos eludirán de la tristeza por su ausencia. De ahí, que casi seguro, lo que nos obliga en estos momentos es a pedir un único deseo: Descansa en paz, Mari Ángeles.
Desde La Voz del Tajo te recordamos con cariño.
Ignacio Rodríguez Sobrino (IGROSO)
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