Rafael de la Cruz | Sábado 04 de enero de 2020
Hace apenas veinticuatro horas, tres señores de provecta edad subidos en sus respectivos jorobados cuadrúpedos salían de Talavera cruzando el puente de Castilla-La Mancha, el conocido como el de las tirantas. Asombrados se marchaban al contemplar esa maravilla de la ingeniería, esa magna obra que hace palidecer otras más conocidas por nuestros tres visitantes. Nada al lado de este puente son las pirámides que bordean el Nilo, ni aquellos jardines que adornaron la pecadora Babilonia. Tan asombrados estaban, que al cruzarle para entrar dudaron sobre si en una ciudad dotada de tan fastuoso monumento no sería innecesaria su mágica labor la noche del cinco al seis de enero, pues imaginaron que los niños de esta ciudad estarían ahítos y sobrados de juguetes.
Entres dudas estaban cuando, antes de llegar a la primera rotonda...¿o era la segunda o tercera? ..¡qué más da cual era!, se encontraron con un anciano arropado entre mantas que intentaba dormitar bajo el frío de la noche. Melchor que es el más lanzado de los tres se dirigió a él sin dudarlo:
- Querido amigo, perdone que le moleste, pero necesitamos saber algo respecto a esta población. Venimos a entregar a todos sus niños juguetes y regalos. Pero la duda nos corroe a la vista de este portento de puente, reflejo de abundancia y riqueza, eso nos hace pensar que aquí no están necesitados de nuestros servicios y que entonces sería mejor reservar nuestros presentes para niños mas desfavorecidos por la fortuna.
El anciano de pelo blanco tosió bajo las mantas, miró fijamente a los tres sujetos encamellados y tras unos segundos respondió:
- Craso error el vuestro señores, que vuestro entendimiento no se nuble con tamaño derroche. Este puente no es imagen de riqueza sino de despilfarro. No muestra la abundancia del lugar, sino al contrario, el tamaño descomunal de lo que algunos gastaron con despreocupación y ahora asfixia a sus habitantes. No dejen ustedes ni una casa sin visitar y ni a un niño sin su regalo, aquí lo necesitan e incluso lo merecen, porque a pesar de lo anterior, los padres de esos niños luchan por que cada mañana sea mejor que la anterior para sus hijos. No hace ni quince días llegue yo aquí con el mismo propósito que ustedes tres y les aseguro que mañana cada sonrisa de un niño valdrá mucho mas que todo lo que en este puente se dilapidó.
Los tres visitantes se miraron, entendiendo perfectamente el mensaje del que les pareció hasta entonces un mendigo. El embozo que le tapaba cayó al suelo dejando a la vista una hermosa barba blanca y un ya algo sucio traje rojo. Quedaron atónitos y exclamaron al unisono:
¡Pero si eres.....
El orondo anciano de rojo no les dejo acabar la frase espetándoles:
- Sí, soy yo queridos Magos de Oriente... llegué como siempre la noche del veinticuatro de diciembre y desde entonces sigo aquí. Una vez terminada mi labor comprobé que unos señores vestidos de uniforme se llevaban mi trineo, parece ser que no había pagado en ninguna de mis paradas lo que ello llaman zona azul... mis pobres renos estarán cansados.... pero sigan, sigan. Ya me apañaré. Feliz Año nuevo amigos... JOU JOU JOU... Talavera es así.
(HACE YA SEIS AÑOS CON ESTE PEQUEÑO CUENTO DE NAVIDAD COMENCÉ MI AVENTURA DE PUBLICAR EN LA VOZ DEL TAJO. COMO SE PUEDE COMPROBAR, DESGRACIADAMENTE NADA HA CAMBIADO).