OPINIÓN

El héroe del reciclaje, por Carlos Leopoldo García

Firma invitada

Carlos Leopoldo Álvarez | Martes 10 de diciembre de 2019
Un hombre muere atrapado en un contenedor de basura. La noticia, que leo recientemente, impacta y mueve a la curiosidad. Un octogenario, tras bajar sus bolsas de basura y depositarlas en sus correspondientes contenedores, reflexiona desde el confortable sofá de su cuarto de estar y cae en la cuenta de que ha arrojado la bolsa de plásticos equivocadamente en el contenedor del papel. Decidido a enmendar el error le comunica a su mujer que baja de nuevo para reparar el daño. Introduce medio cuerpo en el recipiente azul, destinado al papel y cartón, para rescatar su bolsa, pero queda atrapado entre sus vengativas fauces, lo que ocasiona una crisis de ansiedad que deriva en infarto súbito y mortal. Su mujer le encuentra una hora después, tras salir en su búsqueda extrañada por la tardanza. Este hombre y su hazaña constituyen un verdadero ejemplo de compromiso con la causa del cambio climático y del reciclaje, como únicas soluciones a la sostenibilidad del planeta. Ningún otro activista del ecologismo, incluidos la niña llorona y cabreada Greta o el comunista de mansión y limusina en Hollywood, Javier Barden, han dado a la causa tanto como este anónimo ciudadano. Este hombre ha entregado su vida en beneficio de la humanidad, contribuyendo con ello a frenar el cambio climático, sin aparecer en las televisiones, ni atravesar el Atlántico en catamarán o insultar al alcalde de Madrid porque contamina el centro, donde se ubica el hotel de cinco estrellas en el que se aloja este comprometido actor, en vez de echarle los humos a los proletarios barrios periféricos. Ha contribuido con lo más valioso que tiene el ser humano, sacrificando su vida por la causa. Aunque también puede achacarse algo de culpa, en este trágico desenlace, a la confusión que ocasiona la variedad de colores y recipientes destinados a recoger los diferentes desperdicios que ocasionamos en nuestra actividad diaria. Si ya es difícil para cualquier intelectual o joven profesional diferenciar y separar cada residuo y localizar el color del contenedor en el que depositarlos, imagínese lo que supone para un jubilado octogenario esta misma tarea. Hay que distinguir entre el azul, amarillo, verde o marrón, además de equipar media cocina con los recipientes adecuados en los que alojar cada material desechable. Es un verdadero coñazo este adoctrinamiento al que nos someten los gurús del ecologismo institucional, cuando debería ser la administración, a la que puntualmente abonamos el importe de nuestras tasas de basura, la encargada de separar adecuadamente cada uno de los materiales reciclables, ya que los beneficios que ello le ocasiona no son repartidos entre los ciudadanos que colaboran altruistamente en la tarea. Propongo, por tanto, un reconocimiento público para este ejemplar ciudadano, una medalla al mérito civil y un monumento que le identifique como el auténtico representante de los valores ecológicos, en lugar de tanta niña llorica o de interesados profesionales que intentan sacar tajada de la corriente ecologista. Porque, responda con sinceridad, ¿usted hubiera vuelto a bajar a la calle para enmendar el entuerto, tras darse cuenta de que había arrojado su bolsa de plásticos en el contenedor equivocado? Como digo, un verdadero héroe.

Carlos Leopoldo García Álvarez

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