OPINIÓN

Repsol, imagina el futuro

Moisés de las Heras

David Martínez | Miércoles 23 de abril de 2014
No hace mucho visité una tienda de muebles, nave fría de puertas oxidadas, cristales rotos, aire cutre, penoso, muebles con taras acumulados y sin grandes gangas.

Eso sí, un mercedes gordo a la puerta. Me comentan que el dueño se ha embolsado todos los beneficios de la empresa, y así tiene hoy dos o tres chalets, uno para cada hijo, coches, joyas… mientras los empleados siguen con el mismo sueldo, y cada vez hay menos.

Es el criterio del empresariado español, la lógica de que el esfuerzo sirve para retirarse bien… muy bien, si se puede.

Decía Milton Friedman que el mercado todo lo regula. Pero hay un mercado que no produce, solo mira la ganancia personal de tal modo que, cuando ya ha ganado lo suficiente, se malvende, cierra, traspasa o se descuida. Confiaba Friedman, entonces, en que los competitivos acabarían con los rácanos. Segundo error, porque no sirve para países corruptos donde cunden componendas, trapicheos y provincianismos, donde el mercado no quiere crecer y se mantiene por mecanismos mafiosos, porque todos son así, porque no hay empresas mejores y allá te las compongas. Y si me va bien haciéndolo mal, ¿para qué hacerlo bien?
Ahora los argentinos expropian YPF y a nosotros nos dan el chicle indigerible del patrioterismo para que vayamos meneando mandíbula. Los argentinos alegan que Repsol ha descuidado su rendimiento, que la explotación que llevaban a cabo sobre los recursos argentinos no tenían su reflejo en el país y Cristina, tras consumar la expropiación, advierte al resto de empresas que reinviertan sus beneficios, tal vez aludiendo a lo que YPF no hizo. Lo cual no excusa la mala politica de la Kitchnner, pero explica que tal vez YPF sea sólo un negocio privado que se ha llevado mal, porque el ideal miltoniano es sólo para países esforzados.



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