Los cinco aspirantes a presidente del gobierno de España.
El ciego del Berrenchín | Martes 05 de noviembre de 2019
Diez de la noche de este lunes 4 de octubre. Un buen montón de españoles pendientes de la televisión. Tanto es así que el debate a cinco (Casado, Sánchez, Abascal, Iglesias y Rivera) organizado por la Academia de las Ciencias y las Artes de Televisión fue seguido en doce cadenas por un total de 8,6 millones de espectadores con una cuota de pantalla del 52,7 %, aunque el minuto de oro, que se registró a las 22:34 horas, subió la audiencia hasta los 10,7 millones y la cuota al 54,1 %. Desde aquí no vamos a entrar en valoraciones sobre ganadores y perderos, eso lo dejamos para el domingo. Sí, en cambio, nuestro vate particular les deja su reflexión.
Lunes cuatro de noviembre
con noche gris y ventosa.
Con el tiempo como estaba
no me quise mover de casa.
Vacaciones di a mi lázaro
y éste me dio las gracias,
porque deseoso estaba
de marcharse raudo a casa
y no tener que aguantarme
el tiempo que yo chateaba
en las tabernas del barrio
con los amigotes de barra,
mientras mi paciente Lola
la cena me preparaba.
De casa Toni a mi hogar,
es cierto poco se tarda,
apenas una manzana
es lo que nos separan.
Y si por cuestiones de sed
hago parada en El Gato,
mucho más corto el tramo.
Pero con el viento airado,
los chatos para mañana.
Eran las diez de la noche
y por la calle ni un alma;
todos ante el televisor
sin mover una pestaña,
para escuchar a prebostes
que dicen amar a España,
que por arriba, a la derecha,
se divide y se desangra,
con disputas fraticidas
y adoquines que se lanzan
a nuestras fuerzas del orden
que pacientemente aguantan
a los que quieren romper
nuestra unidad con patrañas.
El tan esperado debate
malamente comenzaba.
Sacó Rivera un adoquín
y yo me volví de espaldas
no fuese que lo lanzara
y al esquivarlo los cuatro
a mí me diera en la cara.
Pero no, era solo la prueba
de lo que hoy arriba pasa,
donde cuatro gilipollas
quieren irse de mi España.
Siguió el debate su curso
con poca chicha, sin gracia,
con casi nulas propuestas
y varias mamarrachadas.
Se atacaron las derechas
con gruesas y duras palabras
y acusaciones no vanas
de corruptelas pasadas.
Y las izquierdas, lectores,
cada vez más separadas,
porque Pedrito al Coletas
se la tiene sentenciada.
Y el retrógrado Abascal
de todos ellos pasaba,
diciendo que toda la culpa
de lo que le pasa a España,
es porque las autonomías
que de sus ubres maman
con oscuras subvenciones
para amigotes... ¡Qué guasa!
Vino a decirlo él,
que nadie sabe en qué trabaja,
pues el Rivera mostró
un enorme cartelón
denunciando que cobraba
trescientos mil o más...
¡Joder.... qué papelón!
Insistió el presentador
se hablara de las pensiones
y mutis hicieron los cinco.
Se acabó y pegué tal brinco
que apagué el televisor.
Me indigné por sus silencios.
No me interesan, señores,
sus cuitas y sus rubores,
sus insultos y sus temores,
su falta de educación.
No disiparon mis dudas
y de ahí mi decepción.
Y si el domingo yo voto,
que dudas tengo un montón,
me quedan aún cuatro días
para tomar la decisión,
pero es probable que será
a quien prometa, señores,
que nuestras pobres pesiones
jamás se recontarán.
Ahora tomen decisiones
sin prometer a este pueblo
que mejorareis sus sueldos,
pues sin ser malas razones
será vivir de ilusiones.
Mas sabed que en cuatro años
ya vendrán los desengaños
y un montón de decepciones.
Preguntémonos entonces
¿para qué elegir Gobierno,
si esperando mucho menos
se logran más soluciones?
¿A cuento de qué los follones
que organizáis, candidatos?
¡Cambiad ya de alegatos
y bajaros el sueldo, cojones!
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