Rafael de la Cruz | Sábado 12 de octubre de 2019
El término “Kakistocracia” fue acuñado por Michelangelo Bovero (profesor de la cátedra de filosofía política de la Universidad de Turín), siendo su significado el gobierno de los peores.
kakistos –nos dice- en griego es el superlativo de kakos. Kakos significa “malo”, y también, “sórdido”, “sucio”, “vil”, “incapaz”, “innoble”, “perverso”, “nocivo”, “funesto”, y otras cosas semejantes. Luego, si kakos es lo malo, kakistos, superlativo, es lo más malo; es decir, lo peor.
La característica principal de las kakistocracias, es que todos los políticos del Estado, están totalmente desprestigiados en la comunidad de esos países. Los ciudadanos “prestigiosos” evitan la carrera política. Su educación, idoneidad y valores son herramientas para triunfar en cualquier otra actividad. Pueden ser científicos, intelectuales, profesionales o empresarios exitosos, localmente o en cualquier otra parte del mundo. Al final, los que siguen la carrera política son mayoritariamente los que no sirven para otra cosa, ni para la política, pues este vocablo identifica a “la técnica de la solución de la problemática de los conglomerados humanos y -por lo visto- en la kakistocracia ¡ni para eso sirven los peores, pues los resultados así lo demuestran.
El filósofo político Michelangelo Bovero utilizó el término para describir el régimen político italiano de finales del segundo milenio: “Un tipo de gobierno plutocrático-demagógico-autoritario. Basado principalmente en la idiotización mediática de grandes masas electorales”.
La democracia ha tenido tantas definiciones y ha sufrido muchas tergiversaciones, su significado ha quedado en tal magnitud confusa que permite prácticamente a cualquiera emplearla para casi cualquier uso y con disímiles objetivos, sean lícitos o ilícitos. Una kakistocracia cuenta con todo el poder, el dinero y los recursos, pero poca voluntad política existe para mejorar y al contrario, todo empeora.
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