Buen trabajo de los bomberos ante el estrocpio montado.
ROMANCES DEL BERRENCHÍN
El ciego del Berrenchín | Sábado 07 de septiembre de 2019
Buenos días, amigos míos,
tras alguna ausencia obligada
vengo con mi charada
a narrar algunos líos
de ya semanas pasadas.
Y aunque por costumbre tengo
versar causas ajenas
esta semana las penas
son de mi casa el sustento.
Perdonen, bien lo lamento,
más nunca fue mi intención
er el centro de atención
de un lamentable suceso.
Mas por noble condición
he de hacer hoy un receso
y contarles sin exceso
tan lamentable sesión.
Martes, final de agosto
y tras mi matinal paseo
y algún chatillo en el Toni
digo al lázaro que creo
es hora en que la parienta
sirva a este ciego el fideo
que tan bien sienta.
Ni corto ni perezoso
subió me el lázaro a mi casa
y al despedirse de mí
me dijo con cierta guasa:
Maestro, me paice hoy a mí
que no come usted en casa,
pues el jaleo que se escucha
no es el quejío de la trucha
que se opone a ser asada.
Con la mosca tras la oreja
me dejaba el lazarillo
y escaso tiempo después,
como a mi amigo Pablillo,
me cruzaba con Inés,
desde siempre mi vecina,
que asustada díjome:
¡dese la vuelta usted
que sa quemao su cocina!
¿Qué ha pasado, que pasa?
¿Algún herido en mi casa?
Con angustia pregunté.
Tranquilo que están tos bien,
cierto que hay mucho humo
que sale por la ventana.
La culpa de una sartén
que ha prendio la campana...
Más... las niñas están bien.
ranquilo al fin me quedé
y cuando llegó mi esposa
no se me ocurrió otra cosa
que declararme culpable.
Cariño, cuando vengas tarde,
me parece aconsejable
que encargues un pollo asado,
o llames a la Bocatería...
Pues mira la que he liado,
que sublime tontería,
por freír ese pescado
pa hacerme yo la comía.
Y esta es mi sutil historia,
que con humor yo les verso,
mas es cierto que la gloria,
y hemos de ser sinceros,
ha de darse a los bomberos,
por su labor meritoria.
También a la Policía
y a los múltiples vecinos
que acudieron ese día.
Mas para serles honrado,
yo les prometo y les juro,
que si cumple lo pactado
he de glosar al seguro
un buen romance versado.
Ya en el final sin afrenta
ofrezco mi moraleja:
si el estómago te pide
un buen planto de lentejas,
y de postre nata y fresa,
siendo ciego usted no olvide
lo ricas que están en el Gato,
usto enfrente La Dehesa.
Noticias relacionadas