OPINIÓN

Los jóvenes españoles siguen emigrando

Los jóvenes españoles siguen emigrando
El ciego del Berrenchín | Martes 20 de agosto de 2019

Los jóvenes españoles siguen yéndose de España. El saldo migratorio entre los jóvenes (20-40 años) nacidos en España desvela que en el año 2017 se fueron 23.000 personas mientras ‘solo’ 10.000 jóvenes de esa franja de edad volvieron. Una cifra similar a todos aquellos jóvenes que tienen nacionalidad española y que participaron en movimientos migratorios: la emigración afectó a 44.000 de ellos y la inmigración a 25.000. El Instituto Nacional de Estadística (INE) destaca este lunes los datos sobre las migraciones durante el pasado año. Entre otras, el saldo migratorio positivo. En 2017, la inmigración supuso la llegada de 532.482 personas a España. La emigración, por su parte, registró la partida de 367.878 personas. Un saldo migratorio positivo de 164.604 personas. Uno de los registros más destacables del informe presentado por el INE es que siguen yéndose más españoles de los que vuelven. Entre nacidos en España y personas con nacionalidad española, se fueron 87.685 personas y volvieron 78.058. El grupo de edad más afectado por esos movimientos migratorios fue el que comprende entre los 20 y los 40 años de edad.

El principal punto de destino, Reino Unido, por lo que el Brexit no parece un inconveniente a la hora de buscar trabajo en el extranjero. Además de Reino Unido, Francia, Estados Unidos de América, Alemania y Ecuador, fueron los principales lugares donde emigraron los españoles durante el 2017. “Cabe destacar que en casos como los de Ecuador, Colombia o Bolivia se trata, fundamentalmente, de población no nacida en España o de niños menores de 16 años, lo que parece indicar una migración de retorno de ciudadanos extranjeros que han adquirido la nacionalidad española junto con sus hijos nacidos en España”, asegura el INE. La emigración de jóvenes españoles (nacidos en España y/o quienes tienen la nacionalidad) ha aumentado paulatinamente en los últimos 4 años. La cifra más alta se produjo en 2015, cuando emigraron cerca de 42.000 jóvenes. Ese mismo año, el retorno de personas dentro de esa franja de edad (nacidos en España y/o con nacionalidad española) no superó los 17.500. Esta es una noticia de hace menos de un año, pero hay otras muchas más y más recientes. Nuestro Ciego lo ha querido reflejar de la siguiente manera.

MI GRAN LLORERA

De Navalcán a Parrillas,
de Velada a Talavera,
de Toledo hasta Torrijos
y de Oropesa a la Vera,
no encuentro consuelo ya
ni nadie que me comprenda.
Y es tan grande ya mi pena
que lágrimas por doquier
de mis ojillos se cuelgan,
hasta hacer de mi nariz
palmatoria pa dos velas.
¿Qué te pasa viejo vate,
de qué lloras y te quejas?
Era la voz de mi nieto,
que apenado preguntaba
el por qué de mi quimera.
No supe qué contestarle,
no sea que descubriera
el sufrimiento que tengo
al pensar lo que le espera;
sin trabajo en el futuro,
sin euro en la faltriquera,
sin cultura en su mochila,
y esa larga lista de espera
para extraerse una muela.
Fue mi silencio rotundo,
ni intención hice siquiera
por responder a mi nieto,
que retornaba a la escuela.
Cuando el zagal se marchó
yo seguí con mis sollozos
por mi inconsolable pena,
hasta formar un reguero
donde se ahogue la ira
que me procura la gente
que a la juventud castiga
y la exilia al extranjero
porque aquí no tie salida.
Es la realidad maldita
desta gran crisis fingida
por banqueros desleales,
pandas de chantajistas,
políticos trogloditas,
botarates deslenguados,
robaperas, chupatintas,
y una gruesa y larga lista,
culpables de mi llorera.
Escaso tiempo después
pasó junto a mí un señor
vestido como un marqués
y al compás de mi llorera
me preguntó otra vez:
¿Qué te pasa viejo vate,
porqué lloras y te quejas?
Mejor que no respondiera,
pues si supieran quién fue
el personaje en cuestión
cierta patada en el ano,
le habrían dado con razón
la viuda y el desahuciado,
y seis millones de parados.
En cambio yo me callé;
“Perdone, buen hombre, ¿sabe?
He de dejarlo, me esperan.”
Y puse tierra por medio
de la mano de mi lázaro
y seguí por el sendero
a ver si en casa del Félix,
y si me quedaba dinero,
pudiera tomarme un chato
con el que enjugar mi pena,
la que verso en romancero,
pues saben que soy juglar
de versillos en la prensa
y en ella tengo mi hogar,
mi presente y mi regazo.
Me tomé deprisa el vaso
del vinillo que dispensa
el Félix con desparpajo
y me marché con cautela
en casa mi amigo El Gato,
a preguntarle a Pilar
por la salud del ‘marrajo’,
pues he oído comentar
que sa pegao tal guantazo
que sa roto un costillar
y anda el pobre cabizbajo.
“Sí, mas no es de preocupar
que siete vida tiene un gato”.
Al escuchar tal respuesta
en boca de su ‘santa’ Pili,
satisfecho me marché
y fue apaciguada mi bili,
por eso dije a mi Lázaro:
“Pon atención zagal
y enciende el ordenador
con el sigilo de un pájaro,
que me pongo ya a rimar,
con estilo y desparpajo,
esta historia que es real
y se lee en La VOZ del Tajo”.

Agosto de 2109


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