Barataria
Bastan unos pocos días de asueto, sin más compañeros de viaje que la sombra de un chaparro, una manta pinga, unas pocas birras de esas sin marca compradas en ‘Día o Covirán’, refrescadas en la umbría de un pozo, y el inigualable Quijote para darse cuenta, reafirmarme en mi caso, de la gran mentira que es esta sociedad, donde los políticos y los banqueros son los principales actores de un teatro de marionetas. Ni aparato de radio, siquiera, hace falta para descubrir la vil mentira de un mundo en el que la globalización es un invento de los poderosos para seguir siéndolo, el fútbol es un patraña, y lo de los ‘emprendedores’ es una bagatela para tener ocupado el magín de los que dudan si sumarse a los indignados. Día a día, a la foto de mi nieto le leía en voz alta los avatares de Sancho en la Ínsula Barataria, para que el día de mañana se dé cuenta de los embustes con los que tendrá que lidiar, si para entonces, como es probable, todo sigue igual: sometidos al FMI, a los mercados especuladores, los bancos y el euribor, las primas de riesgo, el PIB, la liga Barça-Madrid y esta Constitución que ahora van a cambiar, por arte de birlibirloque, entre los que ahora mandan y los que lo harán en dos meses. ¡Pobre Pablo, la que se te avecina! Y como todo es pura, y dura, hipocresía, la tangible realidad me devuelve a esta atalaya, cerrada un tiempo, para intentar escribir cosas que, al menos, no cabreen a mis asiduos, el porqué de cómo reaccionen, pues que como que no será posible prever. Difícil reto cuando miras a tu alrededor y apenas ves sonrisas porque los baretos están semivacíos, sino cerrados; los subordinados te ordenan, las radios no dan ni fútbol y la liturgia en los bautizos ha cambiado tras la reciente visita del Papa (¿Quieres ser cristiano, hijo? Pregunta el cura. ‘Bueno… pero si pudiera ser Messi’, responde el padrino). Pero en fin… ‘Hoy día, a tantos de tal mes y de tal año, tomó la posesión desta atalaya el señor –de la foto y nombre de arriba–, que muchos años la goce’, que dijera el mayordomo en Barataria. Lo intentaré, no obstante, amigo Sancho con lo mejor que supiere.
La reforma
Todo el mundo sabe, creo yo, y hasta la clase política también, que no hay Parlamento más sabio que el que algunos ofrecen en el bar de costumbre, donde entre vino y cerveza algunos se empecinan, hasta la vehemencia, en solucionar los problemas de España. Mas mucho me temo que ya han descubierto que no es así; que la solución de la crisis no se va a resolver con el ‘Empieza el cambio’ de Rajoy, porque por acá ya lo tenemos o ‘sufrimos’ (según las ideas de cada cuál). El dinero, si es que lo hay, no emerge y todo se limita a recortes y recortes, que no digo yo no sean necesarios. Pero cuando uno lee que ayuntamientos no pueden pagar a los empleados, la CEOE pide otro ‘esfuerzo’ a los funcionarios, los catalanes llaman a la rebelión por su política lingüística, la UNESCO denuncia que hay casi 800 millones de analfabetos y más de la mitad de los norteamericanos desaprueban la gestión de Obama es que el Mundo se ha vuelto del revés, o loco.
El Rajoy conservador y el Rubalcaba tan progre ofrecen respuestas de la erosión que sufre el ciudadano globalizado. Bajar o subir los impuestos, por poner un simple ejemplo, no es sino la marabunta de la confusión que impide que un Estado se fortalezca. Por eso, insisto, en que la reforma de la Constitución ni puede ni debe quedarse en limitar el endeudamiento de las Administraciones, contra el que ahora claman los cada vez más desprestigiados sindicatos. No, señores. La reforma tiene que ser más profunda para definir, lo primero, el sistema político que queremos y las competencias del Estado. A partir de ahí, quitar lo que sobre, sea Senado, Diputaciones o Autonomía. Pero eso sí, que lo vote quien tiene derecho: el ciudadano.
Así lo reitero y firmo en este mi ‘espacio de libertad’. No votaré el 20-N. Lo siento. Pero mientras llega la fecha: ‘Felicidades tíos (Aurora y Flores) por vuestros 50 años de vida en común’. Un abrazo.
Ahora que la vida ya se acorta
Unid con amor vuestro destino,
Rogando a Dios que sea divino,
Obrando cabal ya en hora corta.
Razones por mil hay en la vida;
Amores, tres; vuestro contento.
Y son sin duda vuestro aliento
Fiel de esa unión por vos tejida.
Lo que os reste, que sea dichoso
O feliz, propicio, complaciente,
Radiante, risueño y venturoso.
Es mi regalo. Y el de mi gente.
Sobrinos somos. ¡Bendita suerte!
Mal sigue la cosa
No anda el ánimo subido de tono, entre otras muchas razones porque la situación de España no sólo no mejora, sino que empeora y a pasos agigantados. Mientras, por Galicia, las meigas se han puesto las botas con millonadas jubilaciones a dirigentes bancarios que para cualquier de nosotros querríamos. ¿No? Ya te digo, me decía un amigo. En fin, situaciones así y la inminente venida del proceso electoral con sus insultos, su promesas y esos partidos que son lo peor de lo peor de esta democracia, y los que la están desmantelando, me tiene bajo mínimos. Sólo la boda de la Duquesa con el Funcionario me ha traído alguna leve sonrisa, nada comparable a las que hace años nos procuraba el mero ejercicio de tomar una caña el viernes a mediodía. Pero bueno, hay que seguir adelante intentando levantar la moral, que sino…
Y nada mejor para ello que acudir a mi intimísimo el Ciego que mareado me tiene porque no le doy cancha en esta atalaya. Me insiste y le argumento que no tiene muy buena prensa entre algunos políticos y que la cosa no está para gracietas que luego se malinterpretan y hasta quieren pasar factura. No obstante, y tal como decía al principio, ni hay mucho que decir y menos que contar, por lo que aquí les dejo uno versos que la otra noche, entre chato y caña, caña y chato, me entregaba en el Fogón del Gato con Antonio de testigo. Pues allá va el soneto.
Ha llegado Cospedal
con las tijeras en mano
y empezó ya a recortar,
cual si fuera un cirujano,
las horas al sindical,
el inglés gramatical
y al asesor cortesano.
Yo le voy a preguntar
en correcto castellano:
¿Y todo esto le da igual?
Si responde sea en cristiano;
pues no es coyuntural
que usted suela contestar
en valenciá o en murciano.