En estos tiempos convulsos que vivimos los cambios drásticos y cada vez más rápidos están a la orden del día.
Reza el dicho que hay tres jueves hay en el año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión.
Ayer era jueves de Corpus y el sol lucía en lo más alto del cielo pero, a la vez, a más de uno le ha lucido el pelo con los acontecimientos de resaca electoral que siguen coleando.
La composición de los ayuntamientos, sin excesivas sorpresas tras los comicios de finales de mayo, han dado paso a las designaciones de diputados provinciales –con más de un histórico descartado– y a la constitución de las cortes regionales.
Esas circunstancias han provocado, me consta, algunas discusiones y porfías que han acabado en “limpia de zombies políticos deambulantes”, pero eso es sólo el principio. Por su parte, el exalcalde talaverano Jaime Ramos ya enfoca el camino de su reincorporación al Departamento de Carreteras de la Diputación.
Lo cierto es que junto a la hegemonía del PSOE en Castilla-La Mancha, el momento bajo se está viviendo en las filas del PP mientras Ciudadanos consigue sacar la cabeza por encima del agua y VOX ni está ni se le espera.
A mi modo de ver, la particular travesía del desierto de los populares no ha hecho más que comenzar y muchas cosas habrán de plantearse si no quieren quedar como meras comparsas dentro de cuatro años.
Como un buen amigo me dijo hace tiempo, “tras unas elecciones hay que ver cómo cambia el paisaje y el paisanaje”.
¡Qué razón, señores!