Moisés de las Heras
Redacción La Voz del Tajo | Miércoles 23 de abril de 2014
Ocurre en Egipto, Túnez, el Magreb, Yemen, Bahrein, Libia y hasta en Irán, fíja ¡te!
Alguien está creando el Matrix de que la ciudadanía está harta y toma las riendas, de que hay un cansancio y un poder del pueblo que sucede, ocurre, existe, un movimiento irreflexivo, natural, capaz de estallar, que se manifiesta espontáneamente (¡espontáneamente!) por las plazas, que se contagia vía Internet, revueltas que los dictadores esquilmadores de naciones, paradójicamente, inconcebiblemente, no controlan, pues se ven aherrojados por la comunicación globalizada y el facebook … y hasta nos presentan a un ejército que derroca a un dictador para darle el mando a la multitud soberana… (vamos, de Disney) Y habremos de tragárnoslo hasta que, como en Shrek, aparezca una mano, arranque la hoja y exclame: "vale, y voy yo y me lo creo", y en pantalla nazca un nuevo gordinflas verde o salvador revolucionario, una nueva masa de poder que al principio tendrá la cara del pueblo. Será un populista, un luchador, un Lula, un santo. Y casi seguro joven en Egipto, porque la mitad son menores de treinta y esto lo tienen muy en cuenta los americanos. Los americanos, sí. Hace ahora casi un año, Obama lanzó un ultimatum a Mubarak para que modificara su política y como "el josni" no oyó los clarines, ahora se le devuelve a corrales, porque dueño del pañuelo sigue siendo el mismo y toca cambio de tercio y nueva tienta en la zona: así que en Egipto el ejército convoca a los dirigentes de la oposición para acordar un nuevo Estado. ¿Qué ocurre realmente? Pues que la CIA reorganiza sus peones, nada más. Porque a ver, razonemos: ¿Fuenteovejuna echa un pulso y se lo gana a un siervo de la CIA que mantenía el equilibrio en una zona conflictiva básica del polvorín árabe… y los yankis solo miran? De acuerdo, aceptamos pulpo, fue espontáneo, vale, ok, cojonudo. De todos modos, siempre nos quedará el efecto Rashomon, tan connatural a la propia Historia así como a la política, para creernos, si así nos apetece, cualquier cosa.