Javier Rivas
Redacción La Voz del Tajo | Miércoles 23 de abril de 2014
El mayor inconveniente de las exageraciones es que al final se convierten en inverosímiles y pierden cualquier interés.
Desde mucho antes de la entrada en vigor de la ley anti tabaco, son muchos, por no decir todos, los hosteleros que se han puesto en contra. De nada sirven los datos de que más del 70% de la población no fuma, ni que se hace practicante lo mismo en todo Europa y no digamos en Estados Unidos, donde las restricciones para fumar son mucho mayores. Desde luego tampoco importa que la salud deba primar sobre cualquier otra cosa.
Se podría poner en tela de juicio la idoneidad de que esta ley entrase en vigor el día 2 de enero y no haberlo hecho en verano por ejemplo, como muy acertadamente proponía el presidente Barreda, pero de ahí a decir que la facturación de los bares y restaurantes se ha visto reducida en más de un 30% por culpa de esta ley, me parece un tanto exagerado, sin rigor y desde luego de difícil demostración.
Estaría bien que los hosteleros, o la mayoría de ellos, pusieran sobre la mesa otro tipo de posibles causas de la reducción de sus beneficios. Se me ocurre que el hecho mismo de entrar en vigor la ley en enero, después de las fiestas con más gastos del año y más en una situación de grave crisis económica, ha influido para que muchos asiduos clientes, en orden a la dificultad económica, hayan decidido prescindir de gastos de menor necesidad, como es tomar una caña después de trabajar o antes de cenar; Se me ocurre también que el hecho de que te cobren por una caña de 1’5 a más de 2 euros, según el caso, es un factor que anima mucho a pasar de tomarse una cañita. O que te cobren por una copa de 5 a 6 euros, cuando no más, es algo que también puede influir mucho para que la gente se quede en casa.
Tal vez todo influya a la hora de tomar la decisión de no ir o de ir menos a los bares, pero lo que parece un insulto a la inteligencia, y un claro ejemplo de osado cinismo, es echar las culpas de lo que pasa a una ley y no mirar un poquito a la posible parte de culpa que tienen los hosteleros en el problema. Claro, siempre es mejor echar la culpa de todo a los demás.
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