OPINIÓN

La vista atrás

Javier Fernández

Irene González Moreno | Miércoles 23 de abril de 2014
Estos días tengo que reconocer que he estado un poco melancólico.

Varias fotos que amigos y familiares han subido a las redes sociales, que están de tan rabiosa actualidad, y que se remontan a mi infancia más lejana me han hecho recordar la felicidad y los buenos momentos que me ponen de relieve esas instantáneas. ¡Qué pocos problemas teníamos entonces!, pensamos cuando nos vemos hace más de veinte años; y que cierto es. La verdad que, no tengo y no tenemos derecho, la gran mayoría, a quejarnos en unos momentos tan delicados, unos tiempos en los que el paro y la crisis económica asfixian a muchas familias españolas, sin olvidar males en el mundo como el hambre, la guerra o la esclavitud. Mi propósito no es, ni mucho menos, caer en la demagogia o en el discurso fácil, simplemente rememorar aquellos tiempos en los que pocas cosas importaban más que lo meramente imprescindible, aquello y aquellos seres que teníamos a nuestro alrededor. Como decía antes han pasado muchos años desde esos recuerdos a los que miro con añoranza, pero, afortunadamente, puedo decir que sigo pegado a todas aquellas personas que me hacían y me siguen haciendo tan feliz, aunque el paso del tiempo te invita a pasar página y a mirar todo eso como parte de tu historia, como una carta guardada en un cajón o unas palabras que nuestra mente guarda de forma celosa. Me estoy acordando de ese trozo de canción de la sempiterna Karina: ‘juntos’, concretamente aquel que dice ‘cualquier tiempo pasado nos parece mejor’. Cada uno de los mortales tenemos unos problemas y los exaltamos como los más importantes y los principales a nuestro alrededor, sin tener en cuenta que somos privilegiados. La empatía es una cualidad muy mencionada por todos pero muy poco practicada, ya me gustaría que predicáramos un poco con el ejemplo; un poquito cada uno. Yo vivo el presente, aunque estrechamente ligado a mi pasado, ya que contiene ingredientes que creo que son fundamentales para poder seguir adelante. De la mano de máximas y principios que, a buen seguro, me ayudarán a construir y forjar un futuro hecho a mi medida. Y para demostrar que quien tuvo retuvo, quiero hacer un guiño a ese pasado que hoy es parte del presente. En una visita al colegio Nuestra Señora del Prado tuve la oportunidad de reencontrarme con mi profesora de infantil. El mismo tono de voz, la misma dulzura, el mismo temple, la misma sonrisa y las mismas buenas palabras. La única diferencia, que ambos tenemos hoy ‘veintipico’ años más.

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