NUESTRA GENTE

A mi padre y al medio millón de personas que tuvieron que huir de España hace 80 años

Redacción La Voz del Tajo | Viernes 19 de abril de 2019

El pasado 19 de marzo se cumplían 81 años desde recibí el último beso de su padre. Yo, Julián García, ‘Julín’, contaba con la tierna edad de 30 meses. Por eso quiero aprovechar la oportunidad que me brinda la voz del tajo para narrar su historia y la de tantos otros , y rendirles un merecido homenaje.

A los 36 años mi padre, Vidal García López, militante socialista y sindicalista (UGT), tuvo que marchar a luchar voluntaria y obligatoriamente al bando perdedor de la Guerra Civil, el republicano, y montar en uno de los camiones rumbo a la guerra.

Su marcha de La Nava fue dolorosa. Su mujer, mi madre, no pudo despedirse de él al encontrase convaleciente en la cama debido a una infección, pero había que luchar. Mi padre marcho con lo puesto y una bolsa de tela con comida que le preparó su única hermana Valentina.

Según cuentan mis hermanas, Emiliana y Flora, que contaban con 11 y 19 años respectivamente, mi padre montó en uno de esos camiones con mucha tristeza, sabiendo que la guerra, la inútil guerra promovida por Franco desde Marruecos, estaba perdida. Su experiencia como soldado y suboficial en la Guerra del 21 no falló.

La Guerra Civil dejó millones de familias rotas, muertos, heridos, presos, desaparecidos y expatriados.

Mi padre fue uno de los miles de españoles sin patria encerrados en campos de concentración franceses tras la guerra. Se arropaban con arena, según le contaba por correspondencia mi padre a mi madre. La guerra es lo que tiene, mata e hiere durante y después de que se produzca.

Mi padre, que luchó contra el maldito levantamiento del 18 de julio del 1936 y no paró hasta 1945, cuando Francia fue liberada del nacismo, participó en la Guerra de Marruecos, la Guerra Civil y la II Guerra Mundial, y falleció en un accidente de tráfico en el país galo. Yo contaba con 14 años y no le ponía rostro pero sí alma. Conocía su lucha.

Vidal García López, mi padre, fue enterrado en Touluse, en Francia, su país de acogida. Allí vamos cada cierto tiempo a poner flores y honrar la memoria de mi padre, algo que miles de españoles no pueden hacer porque no saben donde están enterrados su familiares. Todos merecemos saber tener un lugar donde recordarles.

Por último, quiero mostrar mi admiración por Almudena Grandes y el fantástico artículo publicado en El País Semanal del pasado 20 de enero, titulado, ‘Ayer, hoy mañana’.

Como bien narra Grandes, hace 80 años se produjo una emergencia humanitaria. Más de 500.000 personas se vieron forzadas a abandonar sus hogares, familia y amigos para intentar cruzar la frontera huyendo para salvar sus vidas ante una situación de inseguridad jurídica. España ha vivido el drama en primera persona. No lo olvidemos. Nuestra tierra tiene una historia que contar, a todos nos tocó: como los bombardeos en La Nava que recuerdan mis hermanas. Nuestros padres, abuelos y abuelas, tíos y tías, hermanos y hermanas, amigos y amigas… sufrieron y ese dolor. Uno dolor que sigue vivo en nuestra memoria.

Julián García “Julín’
Imagen: ‘El ojo del exilio’ del autor Enrique Tapia

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