Ignacio Rodríguez
David Martínez | Miércoles 23 de abril de 2014
Mis dos amigos de arriba, como el avispado lector de este medio ha podido comprobar, son opinadores habituales de estas páginas.
Y a los dos quiero responder con el cariño que corresponde por su altruismo, su bien escribir y la libertad que el director de este medio les dispensa. Ni un punto les quito o les pongo, a lo sumo como responsable de la edición algún acento o el punto y seguido para acoplar caracteres al espacio. No entro, si quiera, en el contenido porque son ellos, exclusivamente, los esclavos de sus palabras y los dueños de sus silencios… Pero no es cuestión, y menos ahora, de ‘demonizar’ a los sindicatos, y no son santos de mi devoción, y a los afortunados trabajadores que tienen trabajo en lo privado y en lo público. Y no es cuestión de loas absolutistas al actual gobierno y mamporros al anterior en una sociedad que se empeña en seguir dejándose engañar por todos ellos. Es momento de exigir responsabilidades políticas, y hasta penales si fuera preciso. Y no entro en analizar una Reforma Laboral que no me gusta en absoluto, porque el fin nunca justifica los medios. No cualquier empleo vale, los esclavos tenían empleo (Joaquín Aparicio). Y de eso sabe bien el abogado y escritor (Carlos), y eso lo conoce mejor el jubilado (Manuel), puesto que si el objetivo es generar puestos de trabajo hay otros caminos mucho más rectos y menos injustos: el incentivo fiscal al buen empresario, la liberización del crédito a un interés razonable, la lucha contra el fraude y, sobre todas, la utilización de los recursos públicos razonables provenientes de las subvenciones a partidos políticos, (socialistas y ‘populares’ acaban de derrochar un dineral para tres días de fiesta en Sevilla en febrero) organizaciones religiosas, empresariales y sindicales, de la dualidad de competencias de las administraciones, del mantenimiento abusivo de cargos para amigotes con la de funacionarios cualificados que tenemos, y de gastos ‘suntuosos’ como los sueldos de por vida a los ‘ex’ que cobran suculentas soldadas de empresas privadas (Aznar/Felipe), el mantenimiento de un cámara como el Senado, que nadie sabe para qué sirve, y la Monarquía. Todo, al amparo de una vieja Constitución que han votado favorablemente 15 millones de españoles de los 48 que somos en censo. Y a todo ello añadamos un elevado impuesto para los causantes exclusivos de la crisis: LOS BANCOS. Ésta, queridos amigos de ahí arriba, es la única vía, a mi juicio, para dar un vuelco de tuerca a la situación actual. La Reforma Laboral es injusta, porque siempre se penaliza a los mismos: los trabajadores que tienen trabajo y que están corriendo con las cargas de los que no lo tienen, pero además es incompleta porque se excluyen de ella a los autores de la misma. Y dicho de otro modo, porque en la Disposición Adicional Segunda: Aplicación del despido por causas económicas, técnicas, organizativas o de producción en el Sector Público (ya saben, los contratados laborales al servicio de la Administración y a no tardar los que tengan contrato administrativo -funcionarios-) nada se contempla sobre los ‘administradores cuatrienales’ de organismos como el Gobierno de España, el Congreso, el Senado, los gobiernos de las autonomías, las diputaciones y los ayuntamientos, coautores junto a los bancos y algunos empresarios irresponsables del déficit que nos tiene como estamos. ¡Ya deberían estar todos en la puta calle! ¿Pero no, y saben por qué? Porque son ellos, los garantes de una legislación que aunque no funcione, nada les pasa. ¿Y por qué nada les pasa? Pues porque NO existe una Ley de Responsabilidad Política que recoja sus programas electorales para que se conviertan en un documento legal. Y es que ya no sirve eso de votar cada 4 años, porque un voto no es un cheque en blanco para nadie. Y si no, amigo Manuel, te refresco la memoria con un par de apuntes. Don Mariano Rajoy dijo en plena campaña electoral que ‘no abarataría el despido y no subiría los impuestos’. ¿Mintió él o miento yo? Menda, dirán ellos, porque en ¿qué ley está escrito eso? Un premio Nobel (Milton Friedman) asegura que ‘con el despido libre y la bajada de sueldos mucha gente cogerá miedo y gastará menos, y bajará el consumo privado que es el componente clave del PIB’. Ya estamos en recesión.
¡Pido una nueva Pepa, ya!
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