Muchos por las calles penan a estas alturas de la película porque el horizonte incierto de este próximo verano les atenaza el alma.
Cada cuatro años se convocan elecciones municipales y las personas que ocupan el sillón de alcalde se arriesgan a perderlo.
Es el caso, como el de los miles de pueblos y ciudades de este país llamado España, de Talavera de la Reina, donde el popular Jaime Alberto Ramos Torres ostenta el cargo de primer edil desde el fallecimiento de su antecesor, Gonzalo Lago, y tras los últimos comicios de 2015 en que no consiguió mayoría absoluta pero pudo ‘apoyarse’ en los dos concejales (entonces) de Ciudadanos, que luego fueron expulsados por su formación pero que fueron acogidos en el seno del gobierno por el ínclito regidor.
Pero, volvamos a la pena y hagamos un ejercicio de política ficción.
Sobre todo porque, ¿qué será de nosotros sin esas visitas guiadas por cualquier puerta que se abre? ¿qué haremos sin saber si nuestro alcalde ha ido a buscar esas empresas que tanto necesitamos? ¿cómo podremos vivir sin sus apariciones estelares en series televisadas en las redes sociales o esos repletos álbumes de fotos con la primera ocurrencia que tenga sin que nos solucione los problemas de verdad? ¿cuál será el futuro que nos espera sin sus apuestas, retos, reproches a todo el que no le baila el aire? ¿cómo podrán enjugar sus penas los habitantes de Roma, de Marruecos o de Rumanía sin la visita del alcalde talaverano en sus ratos libres?
Una cosa estará clara, si no revalida como primera autoridad ya no tendrá el dilema de si asistir como alcalde o como ciudadano a las manifestaciones. Una duda menos. Ya el “consejos vendo pero para mí no tengo” no le sonrojará (aunque dudo mucho que en su vocabulario figure esta palabra).
Ante esta posibilidad que nos acucia, piénselo bien porque ¿Qué sería de Talavera sin Jaime Ramos?