Víctor Borreguero
David Martínez | Miércoles 23 de abril de 2014
Se lo escuché a un ilustre sabio y, atando cabos, te lo cuento en este martes de la cuaresma de sacrificios inevitables que nos ha tocado vivir a los españoles: “Si recuerdas cuatro palabras que voy a decirte, llegarás a sabio.
La primera es PIENSO. La segunda es CREO. La tercera es SUEÑA. La cuarta y última es ARRIESGA.”
Pensar, creer, soñar y arriesgar. Cuatro verbos para el triunfo personal y profesional. Pensar acerca del problema hasta entenderlo del todo. Tener fe en hallar la solución perfecta. Soñar una solución imaginativa. Arriesgarnos a realizarla con perseverancia.
Intento aplicar la receta en este momento de recortes y ajustes forzados e inevitables. Aplicarla en las circunstancias desalmadas de un país que tiene más parados que todo el resto de Europa. Cuando trabajar no es un castigo del Dios Padre sino la lotería del Espíritu Santo.
Históricamente, nuestros antepasados, filósofos por necesidad y por vocación, se dividieron entre los del “ex opere operato” y los del “ex opere operantis”. Lo digo en el idioma latino que se camufla inexorablemente en noventa de de cada cien palabras nuestras. Los del vivir para el trabajo hecho y los del vivir con la alegría de saberse trabajador realizado. ¿El esfuerzo o el resultado? ¿Pagar por el tiempo trabajado o por la productividad?
Recuerda el jueguecito del “qué harías si fueras árbol, pájaro, rey o Dios. En la escuela nos lo proponía el maestro para invitarnos a salir del caparazón del hogar dulce hogar. Si yo fuera su maestro, a los responsables del futuro de los españoles les reclamaría un desahogo parecido: Piensa acerca del problema hasta entenderlo; ten fe en hallar la solución perfecta; sueña una solución imaginativa y, por último, arriésgate a realizarla con perseverancia.
Piensa, cree, sueña y arriesga. El paracaídas. Hasta Kaká resucita.