Irene González Moreno | Viernes 08 de marzo de 2019
Muchos son los mensajes que se repiten estos días con motivo del 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer, pero uno sobre el resto, NI UN PASO ATRÁS. Nosotras, que somos la mitad de la población del mundo, no podemos permitir que se retroceda en derechos y en logros alcanzados.
Aunque pensábamos que sólo se podía avanzar, despacio, pero avanzar, en la igualdad real entre hombres y mujeres, en los últimos meses hemos podido comprobar como las amenazas se iban cerniendo sobre el movimiento feminista, un movimiento que no lo olvidemos, no va en contra de nadie, sino en favor de la equiparación de los dos sexos y para corregir un desequilibrio de fuerzas que no es tolerable en pleno siglo XXI.
Por eso, de nuevo, este 8M tenemos que seguir reclamando la visibilidad de las mujeres y esa visibilidad sólo se consigue llenando las calles y las plazas de nuestras ciudades de mujeres, pero también de hombres, como ya lo hicimos hace un año.
Exigimos que de una vez por todas que se acabe con la violencia contra las mujeres por el simple hecho de ser mujeres; que no se permita, bajo ningún concepto la discriminación salarial; demandamos la corresponsabilidad en las labores domésticas y de cuidados porque no son tareas sólo de mujeres y reclamamos cuotas femeninas allá donde el techo de cristal impide que, ante igual capacidad, sólo tengan acceso los hombres.
Este 8M es clave además porque los vientos que trae la ultraderecha son vientos que arrastran a otras fuerzas políticas que, de forma tibia reclamaban la igualdad entre hombres y mujeres, pero que, ante la irrupción de un nuevo actor, relativizan las demandas históricas de las mujeres y se ponen de perfil antes la necesidad de trabajar en pro de la igualdad.
Nos jugamos mucho, y por eso, una vez más, las mujeres españolas volveremos a salir a la calle en defensa de todas aquellas que están sufriendo discriminación en cualquier parte del mundo.
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