Artículo de opinión
David Martínez | Jueves 06 de diciembre de 2018
Todo final de ciclo tiene sus peligros. En Europa sabemos bastante sobre estos peligros. Los cambios sociales y económicos en el s.XX desembocaron en dos guerras mundiales porque no supimos adaptarnos; la falta de respuesta al cambio por parte del sistema hizo reaccionar al monstruo que habita en toda sociedad en forma de nacionalismos y populismos… Y el monstruo nos devoró.
A los españoles nos costó más que a otros europeos levantarnos. Después de una guerra fratricida sufrimos casi 40 años de dictadura. Nos costó sí, pero nos levantamos; en el año 78 imperó la razón, enterramos los fantasmas, le vencimos al monstruo.
A cualquiera que le interese la Historia no se le escapará que ésta acumula cambios trascendentales cada vez de forma más veloz. Los últimos 40 años han supuesto un ciclo mucho más corto que los anteriores, y, a finales de la primera década del s.XXI, empezaron a aparecer los primeros síntomas de agotamiento. Estamos, como lo estuvieron nuestros abuelos, en la encrucijada. ¿Sabremos adaptarnos?
Podríamos negar el cambio, intentar resistir agarrándonos a la roca, y esperar cruzando los dedos que pase el temporal. O sucumbir a la tentación de seguir al monstruo, que, bajo la promesa de venganza ante ese cambio impertinente que da tanto miedo, quiere que le demos permiso para someternos. Pero eso sería repetir los mismos errores que cometieron nuestros antepasados.
Hoy celebramos que hace 40 años los españoles vimos que existe otro camino, uno de unión, de reforma y de progreso. Yo pertenezco a la generación que nació a la luz de la Constitución, y quizá por eso tengo una fe inquebrantable en que volveremos a escoger ese camino.
El escenario político español lleva ya un tiempo reflejando esa pugna de fin de ciclo, pero es en la cita electoral andaluza del pasado domingo donde se han visto con toda claridad la encrucijada que tenemos delante. Por un lado, unos partidos tradicionales ensimismados que no son capaces de dar respuestas y que, aferrados a la roca, nos piden que nos conformemos si nos lleva la marea. Por otro lado, populismos que nos animan al enfrentamiento como medio y fin de nuestros problemas. Y una tercera vía, heredera de ese espíritu del 78, que construye un proyecto nuevo de unión, convivencia y progreso adaptado a un mundo que inevitablemente cambia.
Los andaluces han hecho su apuesta y está llena de esperanza, ahora nos toca al resto de España.
Orlena de Miguel
Portavoz de Cs en CLM
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