OPINIÓN

Madrugadas televisivas

Salvador Aldeguer

David Martínez | Miércoles 23 de abril de 2014
Mucho se ha hablado y escrito sobre la mierda de televisión que tenemos, pero poco o casi nada, sobre la inquietante, insultante y rastrera programación televisiva que ocupa la franja horaria de la madrugada.

La opción televisiva a esas horas es bazofia o basura. Por un lado es rescatable el canal de TVE de 24h, dedicado a dar noticias en un bucle sin fin, y está bien, pero claro, a los veinte minutos ya te has enterado de las noticias y de la predicción meteorológica y vuelta a empezar, con lo cual, a una tercera pasada ya te sabes las noticias de memoria y a qué hora aparecerán bancos de niebla por algunas zonas del Cantábrico. Así que vistas las noticias las opciones empiezan a reducirse a cambiar a un par de canales que sólo emiten dibujos animados, unos dibujos trepidantes y modernos que quizás, con la intención de alejarse de los tradicionales Looney Toons y de aquellas ‘fantasías animadas de ayer y hoy’, se han autoparido en un engendro animado sin pies ni cabeza, sin trama ni moraleja, y que no logran despertar el más mínimo interés. Otra opción es irte a otro canal de la pública que se nutre de capítulos inconexos de ‘Águila Roja’, con historias similares a las de los canales de dibujos animados pero con seres humanos. Visto lo visto, algunos canales ofrecen unos selectos programas musicales con pianistas anfetamínicos interpretando piezas de música de ascensor, acompañados por una panda de figurantes que simulan estar tocando diversos instrumentos. Una vez has comprobado que el violinista, en el solo de violín, en realidad está rellenando una bonoloto, vuelves a cambiar de canal, y tras comprobar que los bancos de niebla del Cantábrico siguen en su sitio, llegas a los canales de teletienda, ahora actualizados como ‘infocomerciales’. Objetos imposibles puestos a la venta por expertos charlatanes de feria que van desde exprimidores sin pilas que funcionan con el simple parpadeo de los ojos, a cremas y potingues milagrosos basados en rastros de lapos de caracol, cagarrutas de hipocampo caribeño, o semillas de floripondios tibetanos. Mención aparte del tradicional juego de cuchillos que cortan el mismísimo acero, o el aparatejo chivato que te acoplas en el pabellón auricular para quedarte con la copla de cómo te está poniendo a parir el vecino que vive al otro extremo del edificio. Una vez desechada la opción de compra de estos artículos puedes probar suerte en los concursos del tipo ‘De qué color era el caballo BLANCO de Santiago’, y tras comprobar que los que llaman contestan que ‘azul’ o ‘marrón’, mientras una agresiva presentadora amenaza con iniciar una cuenta atrás, vuelves a cambiar de canal y te encuentras con un torbellino de propuestas de citas sexuales, todas con el prefijo telefónico de Sebastopol. Una rápida confirmación a la situación de los bancos de niebla en el Cantábrico y ¡zas!, con sólo pulsar un botón accedes a varios canales con videntes extrañísimos, seres de este planeta con ínfulas de otra galaxia, y para los que me reservo el espacio de la semana que viene, porque son los precursores de la nueva ola de botulismo televisivo que nos tienen preparada la panda de fanfarrones que se lo están llevando crudo a costa de pergeñar programaciones, hábilmente diseñadas sobre los gustos de la audiencia. Ya. Y los cuchillos cortan el acero.
Manzana – S.
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Monkey Business.
Misteriosamente, continúan los bancos de niebla por algunas zonas del Cantábrico.