El votante actual, que está infinitamente más informado que sus padres y que sus abuelos, comenzó hace años a darse cuenta de que los tiempos políticos difícilmente coinciden con los tiempos reales que él mismo vive. Hemos aprendido, todos, que los plazos de legislatura (esos cuatro años de rigor) no son los que se utilizan para cumplir los programas electorales que nos presentan los candidatos cuando nos piden que les votemos.
Los del PP se lo reprochan al PSOE y al revés, los de Ciudadanos se lo dicen a estos dos y los de PODEMOS se lo recuerdan a todos los demás.
Pero lo más curioso de todo este juego de fechas es que cuando la llamada de atención corresponde al partido de cada cual todo el mundo escurre el bulto y nadie se responsabiliza, se echa la culpa al de enfrente.
El polvorín en que se ha convertido Talavera ha hecho que el caldo de cultivo protestatario hierva cada vez más y cualquier cosa que anuncie un político siempre sea poco. Es absolutamente lógico que la ciudadanía se encuentre defraudada por sus representantes públicos y si los actuales regidores de lo de todos no rectifican se dará lugar al nacimiento de organizaciones cada vez más radicales, como ya ha ocurrido en países de nuestro entorno.
Eso sí, cuando de lo que hablamos es de especialistas del retrato de perfil la cosa cambia. Porque hay ciertos individuos que han hecho de aquello de ‘nadar y guardar la ropa’ una auténtica profesión.
Fíjense en nuestro alcalde (y sus adláteres). De decir que el gobierno de España, el del PP, estaba haciendo todo lo posible por Talavera, ahora censuran cualquier respiración que haga el nuevo gobierno, el del PSOE. Y hasta ahora, creo que ninguno ‘se ha mojado’ por esta tierra.
Eso sí, cuando ya se contradice respecto a sus propias decisiones es de traca. Resulta que el propio Ramos, que tanta prisa pide para el resto del mundo, este jueves va y usa su voto de calidad en el pleno para darse más plazo a la hora de licitar y acometer las inversiones que se ha comprometido a realizar en la Ciudad de la Cerámica. No sólo echa su palabra por los suelos dejando las obras para final de año (para eso no parece tener prisa) sino la de concejales de su equipo de gobierno como Arturo Castillo, que ahora tendrá que explicar dónde está el superavit, o Montaña Palacios, que parece haber descubierto que las instalaciones deportivas no están tan mal y pueden esperar.
En fin, que los baches siguen existiendo en muchas calles, la gente se sigue cayendo por las aceras y los deportistas continúa quejándose de lo que intentan usar, pero aquí no pasa nada.
Como siga con este impás eterno igual le llega el momento de decidir si se presenta o no a la reelección y la quita la silla el que dicen que podría ser su repuesto, el exdelegado del Gobierno José Julián Gregorio, que se va ahora como asesor a la Diputación.