David Martínez | Jueves 05 de abril de 2018
Cuando, hace cuarenta años, me incorporé en Talavera como profesor del IES Padre Juan de Mariana, Pepe Hernández era uno de los cuatro o cinco hombres de cultura más sobresalientes en nuestra ciudad.
Por entonces ya él era un maestro en dirección escénica y espectáculos de luz y sonido. Fue él quien introdujo esta modalidad artística en Talavera y quien empezó a hacer verdadera magia con la iluminación de escenarios teatrales y, lo que aún era más complicado entonces, de escenarios naturales.
Los talaveranos y amigos y vecinos de Talavera le debemos habernos enseñado los monumentos y obras de arte de una manera singular, guiando nuestras miradas con la maestría de su luminotecnia: Murallas y Torres Albarranas, Colegial, Santiago... y especialmente la Ermita, luego Basílica del Prado.
Precisamente él fue el gran organizador de los actos de Proclamación de la Basílica del Prado en 1989, como lo había sido anteriormente en las obras de reparación del santuario, colaborando siempre estrechamente con don Manuel Sáinz-Pardo. Y en tantos otros eventos que ahora sería imposible enumerar. No escatimó jamás tiempo y dedicación. En el instituto, conmigo, dirigía a los alumnos en recitales poéticos y escenificaciones, como la inolvidable “Érase una vez un río” en defensa del Padre Tajo y denuncia dolorosa de su Trasvase.
En las Mondas fue clave e imprescindible para su recuperación, incorporándome a mí como presentador desde el primer momento. Él creo las Mondas Chicas, es decir, las que llevaban el Carrito y el folclore de la comarca hasta el Asilo, haciendo las delicias de los ancianos que las contemplaban con banderitas y aplausos.
En fin, a Pepe Hernández le debe Talavera la recuperación del esplendor en los actos y escenificaciones que acogen los Teatros Victoria y Palenque, ambientando siempre con gusto y elegancia todos los eventos. Atento siempre a cuantos jóvenes aficionados al teatro surgían en Talavera, Pepe les daba cancha en sus escenografías de luz y sonido, enseñándoles a recitar y a moverse en un espacio escenográfico.
De la misma manera, aprovechaba y daba lucimiento a coros y corales, procurándoles intervenciones en sus espectáculos. Impagable es y ha sido su labor en Talavera y la proyección que de nuestra ciudad ha hecho a lo largo y a lo ancho de la geografía española.
Texto: José María Gómez Gómez
Fotografías: Valeria Cassina
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